CRÓNICA

Hipnótico y eterno Battiato en Peralada

El veterano cantante italiano conquistó a sus files seguidores con un repaso a un mágico legado de más de cuatro décadas de carrera

El cantabnte italiano Franco Battiato, en Peralada.

El cantabnte italiano Franco Battiato, en Peralada. / EFE / Robin Townsend

César López Rosell / Peralada

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La nostalgia no siempre es un error. Lo puso en evidencia, la noche del sábado en PeraladaFranco Battiato (Riposto, Sicilia, 1945), uno de los más grandes poetas de historia de la música italiana. El cantautor y músico, a la par que cineasta, sedujo a las diferentes generaciones de seguidores que estaban  representados en la platea y las gradas del Auditori del Parc del Castell. A sus 72 años, este artista que exhibe un cierto aire 'woodyalleniano' y con más pinta de sabio despistado que de cantante, exhibió toda la vigencia de su legado de más de cuatro décadas con un recital en el que desgranó 26 temas de sus diferentes épocas creativas. La originalidad de su ecléctico discurso volvió a conquistar a un público que había acudido a experimentar, sumergido en la inconfundible atmósfera de sus canciones, una hipnótica catarsis.

Desde el púlpito del diván en el que permaneció sentado casi todo el tiempo, con una alfombra persa a sus pies, el artista lanzó con su decir/cantar toda una serie de proclamas sobre el amor, la política, la arquitectura, la ecología, la visión astronómicas del universo o la espiritualidad, que fueron seguidas con un silencio religioso. Los diferentes estilos de su trayectoria, desde los inicios románticos, pasando por el rock progresivo, la experimentación o la música étnica, comparecieron a la esperada cita.

No importó que los teclados y el piano ahogaran un poco su voz mermada

El paso del tiempo ha mermado la dicción de su voz. ¿Y qué? Es tan grande la fuerza de su herencia y tan envolventes sus composiciones musicales, definitivamente eternas, que nadie pareció prestar la menor atención a que en algunos momentos la contundencia de los teclados de Angelo Privitera  y del piano de Carlo Guaitioli, ahogaran un poco su cálido y penetrante discurso. La sutileza de la cuerda del Nuevo Quartetto Italiano  fue, en cambio, un bálsamo para el artista que reforzó la magia de las canciones con expresivos pero calmados gestos.

MÁS CÓMODO EN ITALIANO

Aunque tiene traducidos al español la mayoría de sus ‘hits’, Battiato se sintió más cómodo cantando en italiano. Hizo una excepción con la romántica ‘Un irresistible reclamo’ y la popularisima ‘La estación de los amores’ (con el “viene y va” susurrado por muchos espectadores). Antes había levantado bravos su recreación de la oportuna ‘Povera patria’ (“pobre patria, aplastada por los abusos del poder, de gente infame que no conoce el pudor, gobernantes que son inútiles bufones, mientras la primavera tarda en llegar”). Y, cómo no, con la bellísima ‘Nómadas’ interpretada junto a su colega de aventuras musicales, Yuri Camisasca, con el que también había recreado ‘L’ombra de la luce’.

En el tramo final recuperó éxitos como ‘La canzone dei vecchi amanti’, ‘Prospettiva Nievsky’, ‘La cura’ (fruto de su colaboración con el filósofo Manilo Sgalambro), ‘I treni de Tozeur’ y ‘L’era del cinghiale bianco’. Y en las propinas dejó paso a su vertiente más espiritual con ‘Io chi sono’ y ‘Le nostre anime’. Battiato acabó poniendo de pie a la platea, bailando y batiendo palmas, con la irresistible ‘Voglio vederti danzare’. Inolvidable.