CRÓNICA
Jaime Cullum sacude Porta Ferrada
César López Rosell
Periodista
César López Rosell / Sant Feliu de Guíxols
Por si quedara alguna duda, Jamie Cullum demostró en el Festival de la Porta Ferrada que es una de las estrellas más completas del circuito del jazz y el pop. Las más de 2.500 personas que, la noche del viernes, llenaron el Espai Port de Sant Feliu de Guíxols se entregaron sin reservas al carisma del cantante y pianista, que es mucho más que un intérprete que rompe barreras entre géneros. Cullum es un músico catedralicio que domina todos los secretos del ‘show’. El artista de Essex, más energético que nunca a sus 37 años, desencadenó un vendaval de emociones con una exhibición de sus variados recursos.
‘Entertainer’ sin límites, se multiplicó con un repertorio construido a la medida de un espectáculo pensado para agitar a un público que siguió de pie, en el espacio de la habitual zona de platea y sentado en las gradas, su actuación y la de los cuatro excelentes músicos que le acompañan. Jazzista, rockero, ‘crooner’, percusionista, virtuoso pianista que se acompaña a sí mismo en la interpretación de las canciones o aplicando el modo concierto, deslumbró al anonadado personal desplegando todas las facetas de su efervescente personalidad artística.
UN ANTIDIVO
Comunicador nato hizo lo que quiso con el público al que incitó a batir palmas, corear canciones e incluso lo puso a bailar. Cullum se mostró como un artista cercano y antidivo, que no dudó en hacerse fotos con sus fans al concluir el show o pasearse por Sant Feliu como un ciudadano más. El artista se encontraba a gusto y no paraba de recordarlo. "Llevo dos días en la ciudad, disfrutando de la playa, la gente, la comida, el vino y la cerveza", dijo visiblemente satisfecho.
"Llevo dos días en la ciudad, disfrutando de la playa, la gente, la comida, el vino y la cerveza", dijo el cantante
Dicharachero, contó que llevaba 15 años largos en el escenario y muchos de ellos viniendo a España. "En este tiempo he crecido como intérprete y como persona y es un regalo poder actuar en este festival", explicó durante el concierto que abrió con 'Work of art', un canto a la vida que inició percutiendo el tambor antes de sentarse al piano. Fue la tónica de la noche. El artista no paró de ir de un lado para otro, moviéndose en escena a lo Jagger, subiéndose al piano, saltando y bailando y mezclándose entre el público para interpretar uno de los temas.
Tras ‘When I get famous’, giró hacia el blues con ‘Don’t you know’, de Ray Charles. No faltó, entre sus versiones de otros creadores, la estelar ‘Please, don’t stop de music’ de Rihanna, convertida en uno de los grandes éxitos de su repertorio. ‘All at the sea…’ de Radiohead o, en los bises, ‘Blackbird’ de Los Beatles, interpretada con él solo al piano después de haber emocionado con la romántica ‘Don’t hide away from love’, son solo una muestra de obras de otros artistas a las que él ha dotado de personalidad propia.
La velada estuvo llena de grandes momentos, algunos de la belleza de la balada ‘What a difference a day makes’ y otros plagados de ritmo, con el latino incluido. Fue una actuación eléctrica expuesta con un directo imbatible.
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