CRÍTICA DE CINE

'La guerra del planeta de los simios': un cierre a lo grande

Su austeridad y laconismo no va en contra del espectáculo que se le presupone a un producto de estas características

Un fotograma de 'La guerra del planeta de los simios'.

Un fotograma de 'La guerra del planeta de los simios'. / periodico

QUIM CASAS

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{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"La guerra del planeta de los simios\u00a0\u2605\u2605\u2605\u2605","text":"Direcci\u00f3n:\u00a0Matt ReevesCon:\u00a0Andy Serkis, Woody Harrelson, Steve Zahn, Judy Greer, Gabriel Chavarr\u00edaT\u00edtulo original:\u00a0'War for the planet of the apes'Pa\u00eds:\u00a0Estados UnidosDuraci\u00f3n:\u00a0142\u00a0minutosA\u00f1o:\u00a02017G\u00e9nero:\u00a0Ciencia ficci\u00f3nEstreno:\u00a012 de julio del 2017"}}Matt Reeves, antiguo socio de J. J. Abrams en series como 'Felicity' y películas como 'Monstruoso', se ha convertido en el responsable de la nueva franquicia de 'El planeta de los simios'. Lo mejor de Reeves como realizador es su austeridad: ninguna de las ocho películas sobre el tema, desde que la aún influyente 'El planeta de los simios' abriera el fuego en 1968, se ha atrevido a mostrar tantos primerísimos primeros planos de los primates inteligentes hablando o gesticulando.

Esta austeridad y laconismo -el filme es un relato de aventuras trágicas ambientado en un futuro distópico y despojado de todo artificio-, no va en contra del espectáculo que se le presupone a un producto de estas características. Reeves concilia bien las dos cosas: la fisicidad vegetal en las escenas de peleas y persecuciones en los bosques, el drama contenido y la parafernalia esperada (y necesaria) en los combates con pirotecnia en espacios nevados o fangosos.

Están mucho mejor trabajados los simios, con el líder César a la cabeza, que los humanos. El militar megalómano y sádico que interpreta Woody Harrelson le debe demasiado al coronel Kurtz de 'Apocalypse now', película que en los últimos años se utiliza indiscriminadamente: Harrelson se afeita la cabeza como Marlon Brando en aquel filme, escucha a Jimi Hendrix (el sonido musical de la guerra de Vietnam) y equipara la rivalidad entre él y César con la de los generales Grant y Lee, Custer y Toro Sentado, Napoleón y Wellington. Para rematar, en una cloaca puede leerse el graffiti 'Ape-pocalypse now'.

El excesivo tributo al filme de Coppola no enturbia los buenos atributos del filme de Reeves, último jalón de una serie excelente que dirime los excesos de la condición humana entre agua, fuego y nieve, tres elementos de una naturaleza despojada de su realidad.