HASTA EL 8 DE OCTUBRE

Paula Rego, rebeldía contra la violación y la agresión

Una retrospectiva de la artista portuguesa en La Virreina recorre su visión crítica con el trato heteropatriarcal a las mujeres y los vínculos de dominio y dependencia

'Oratorio', de Paula Rego, en la exposición de La Virreina.

'Oratorio', de Paula Rego, en la exposición de La Virreina. / periodico

ANNA ABELLA / BARCELONA

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Diversas mujeres lanzan al espectador desde los lienzos una mirada entre interrogativa y acusadora. Acaban de abortar o se disponen a hacerlo. Esa serie de grabados y pasteles fueron el resultado de la indignación de la artista portuguesa Paula Rego (Lisboa, 1935) ante las a menudo mortales consecuencias del aborto clandestino en su país, y ante la impotencia porque en 1998, en el referéndum para despenalizar la interrupción del embarazo, aunque salió ‘no’, como solo votó el 31% de electores no fue vinculante. Rego es una rebelde que ha construido “una gran fábula sobre la conducta humana” basada en “una revisión crítica, polémica y de confrontación con los imaginarios culturales de la historia del arte donde la tradición heteropatriarcal ha sido y es más constrictiva con las mujeres”, señala Valentín Roma, director artístico de La Virreina, donde comisaría la retrospectiva ‘Léxico familiar’, que toma el título de una novela de Natalia Ginzburg. 

Las pinturas de Rego, en una impactante muestra que recorre seis décadas de su obra, exploran “los vínculos de dominio y dependencia, el rencor ante las injusticias sociales o la sexualidad constreñida por el moralismo conservador”, añade Roma. Se suceden las imágenes que denuncian agresiones al cuerpo femenino a lo largo de la historia (también infligidas por mujeres), como las de la pieza ‘Oratorio’, un tríptico de madera con pinturas y formas escultóricas, que representan la violación, la sumisión, el maltrato, el aborto clandestino o la ablación, mutilación genital que protagoniza una dolorosa y explícita serie en la sala contigua. 

"NO HAY VICTIMIZACIÓN"

Pero en las mujeres de Rego, avisa el comisario, “no hay victimización”. “Se insubordinan, pasan a la acción, se vengan de los hombres, no son protagonistas pasivas de un relato”. Son “disidentes”, como la autora, que “rechaza la belleza canónica y los arquetipos de objeto fotogénico, del cuerpo juvenil, la madre procreadora o la esposa solícita” y dibuja seres de estudiada ambigüedad. 

No son las únicas rebeldías que reúne la muestra, que puede verse hasta el 8 de octubre. Rego, que sigue en activo pero no ha viajado por prescripción médica, revisa los “mitos y leyendas ancestrales de la moral burguesa que penalizan a la mujer”, añade Roma, que señala la pintura ‘Blancanieves y su madrastra’ (1995), donde la segunda mira las bragas a la primera, “supervisando su higiene, en lo que es una intromisión en su intimidad, provocando una situación psicológicamente tensa y una violencia latente que invade todos los cuadros de Rego”.

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No es el único cuento infantil que revisita alterando la tradicional beatería que los envuelve y trocando roles: el relato de Caperucita Roja, en una serie de pinturas del 2003, concluye con la madre matando al lobo y convirtiendo su piel en una estola que ciñe a su cuello.

SADOMASOQUISMO EN EL ASILO

Sus obras exploran la frontera entre lo animal y lo humano y la relación de hombres y mujeres con la bestia (Rego se autorretrata incluso como mono que pinta). También, el abuso de poder y la dependencia de lo que te tiraniza, la relación amo-esclavo, sumisión-sadismo, como la serie ‘Misericordia’, donde bucea en los límites entre el cuidado a los ancianos en un asilo y el sadomasoquismo y la violencia sobre sus cuerpos.       

Permeable a otras disciplinas, como el cine, el teatro, la ópera, la literatura o los citados cuentos, aparecen piezas dedicadas a ‘El primo Basilio’, la novela de Eça de Queirós sobre el adulterio entre dos primos, a ‘La Celestina’, de Fernando de Rojas, y, sobre todo, a ‘Jane Eyre’, obra de Charlotte Brontë que le apasiona y sobre la que vierte en su serie de grabados y dibujos un expresionismo heredado de Goya y de las películas de Murnau

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Influencia importante es Martin McDonagh y su “teatro de la crueldad”, con una querencia por lo grotesco y esperpéntico, que la artista lusa traduce en ‘El hombre almohada’, donde mezcla elementos biográficos del dramaturgo con su obra, sobre un escritor vinculado con crímenes y abusos a menores.

Cita el comisario otras herencias, como la mordacidad de William Hogarth, la refinada obscenidad de Klossowski y las atmósferas turbadoras de Balthus. Se la adscribe a la Escuela de Londres (Bacon, Freud, Auerbach…) y “se la ha calificado de artista de mujeres para mujeres, un concepto machista, cuando en realidad -puntualiza Roma- va mucho más allá e ilustra el universo femenino”. 

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