Timothy Garton Ash: perros, gatos y ratones digitales (y un referéndum pactado)

Timothy Garton Ash sitúa en internet la mayor amenaza a la libertad de expresión en Occidente, llama a pactar con las grandes multinacionales y defiende un referéndum pactado

Timothy Garton Ash, en el CCCB.

Timothy Garton Ash, en el CCCB. / FERRAN NADEU

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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Para el ensayista británico Timothy Garton AshGeorge Orwell siempre ha sido «un héroe». Así que tiene sentido que su conferencia en el CCCB de este miércoles haya sido uno de los actos con los que celebrar, por quinto año consecutivo, un 'día Orwell'. Sobre todo cuando el libro que viene a presentar es 'Libertad de palabra: diez principios para un mundo conectado' (Tusquets). «Es el resultado de un un proyecto sobre la libertad de expresión que tenemos en Oxford y que me llevó a viajar a muchos países. He regresado a 18 de ellos para presentar el libro, y en todos ellos, menos Birmania, la libertad de expresión ha retrocedido», alerta. ¿La causa? «Estamos viviendo una etapa de contrarrevolución antiliberal», se responde. Triunfante  en China, en Rusia, en EEUU, en Polonia, en Hungría, latente en Francia...

Garton Ash esgrime el sentido del humor (otro vinculo con Orwell). ¿Alguien está en contra de la libertad de expresión? Nadie levanta la mano. «Cuando alguien lo hace, suele ser un estudiante chino», bromea. ¿Quién no tiene móvil? Tres manos se levantan en el vestíbulo del CCCB. Así que entremos en materia. En las sociedades occidentales, allí, en internet, está el asunto. «La maximización de las oportunidades y la minimización de las amenazas».

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Un campo de batalla en que distingue perros, los estados naciones guardianes de fronteras y marcos legales y que aún tienen mucho que decir si lo hacen a la escala, por ejemplo de la UE; los superpoderes digitales, los gatos, los Twitter, Facebook, Apple y Google «que cada día toman decisiones editoriales sobre qué se publica y qué no se publica de manera ni transparente ni responsable»; y los ratones, nosotros, los del móvil en el bolsillo.

¿Las batallas a librar? Demasiadas. La privacidad, la regulación del discurso del odio, el derecho al olvido, «la autocensura por el miedo» tras casos como la masacre de Charlie Hebdo, «el control político de los medios a través de la propiedad», la ruptura de la confianza entre medios y ciudadanos, la fragmentación en burbujas comunicativas en las que solo «se reafirman los prejuicios propios» y se reproduce «una narrativa simplista y emocional», la quiebra consiguiente del "mercado de las ideas" en la que los ciudadanos deberían formar de forma fundamentada sus ideas antes de votar, la crisis del modelo de negocio de los medios a causa de intenet que les empuja del 'click' fácil y barato, "abandonando el periodismo de investigación serio, que es muy caro, y derivando hacia el sensacionalismo y el partidismo" ...

Un reto desbordante. Garton Ash propone evitar batallas perdidas (el intento alemán de multar las 'fake news' en Facebook, que podría llevar a que la multinacional, por prudencia, eliminase miles de 'posts' dudosos en un ejercicio de limitación masiva de la libertad de palabra) y centrarse en unas pocas. «Necesitamos un nuevo Orwell, que la narrativa de hechos derrote a los populismos». Hacer del periodismo algo fiable.  Y pactar con los gatos, "trabajar con ellos, no censurarlos", que, dice, no son tan malos. «Y un cambio en un algoritmo de Facebook tiene más efecto que una ley», advierte... Que bloquen los 'boots', por ejemplo, «no debería ser difícil para ellos».

RAJOY NO ES CAMERON

Pero llega el turno de preguntas. Y a  la penúltima de ellas, Garton Ash responde «¿por qué será que no me extraña que me la hagan?» Va de la convocatoria de referéndum para el 1 de octubre, claro. El británico tiene columna semanal en 'The Guardian', pero bien podría haber sido él el autor del tan discutido editorial de 'The New York' Times sobre el caso catalán.

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«No hay una respuesta estricta o directa», advierte. Por un lado, «la principal libertad de expresión política es la expresión democrática». Por el otro, confiesa que los liberales como él lo tienen muy claro con los individuos, pero suelen dudar bastante qué colectivos tienen derecho a la autodeterminación. Por un lado, «las constituciones y el imperio de la ley son importantes y han de ser respetados». Por el otro, «en todas las democracias maduras ha de haber un margen de maniobra», y lo mejor es utilizarlo como hizo David Cameron.

«Fue una decisión sabia, decir que no había duda de que Escocia era una nación y que tenía derecho de autodeterminación y decidir la independencia, aunque aprobar el referéndum no dependía de ella, sino del Parlamento nacional.  Hacerlo de forma civilizada contribuyó a que el resultado fuese en contra de la independencia. Así que creo que la Constitución ha de ser respetada y que la madurez y la inteligencia dirían que si un grupo de personas tiene un sentimiento independentista y un sentimiento colectivo y quieren votar sobre la cuestión, que voten». Suena bastante a la defensa de un referéndum pactado, pero ya se ha visto que en cuestión de referéndums, en la traducción se ha de ir con pies de plomo,

La última pregunta plantea el delicado balance entre el sentido del humor y la posibilidad de que el sarcasmo vehicule el discurso del odio. Garton Ash se felicita de que ya desde la antigua Grecia, recibiese un trato de excepción la sátira, el sentido del humor. "Y espero que el 1 de octubre también lo mantengan", concluye.