EL LIBRO DE LA SEMANA

Paul Beatty: ¿Qué es lo nuestro?

La novela ganadora del Man Booker de 2016 es una sátira brillante y atroz sobre los conflictos identitarios y raciales

Paul Beatty, ganador del Booker.

Paul Beatty, ganador del Booker. / AFP / DANIEL LEAL-OLIVAS

ENRIQUE DE HÉRIZ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"Tal vez cueste creerlo viniendo de un negro, pero lo cierto es que nunca he robado nada". Así se nos presenta el narrador de 'El vendido', para hacernos saber a continuación que tampoco se ha colado en el cine, ni ha sisado el cambio en el súper, ni siquiera se ha escaqueado en su declaración de impuestos. Y sin embargo ya en la primera página nos enteramos de que está esperando la revisión de su caso ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos. Si el párrafo de entrada nos parecía irónico, el segundo redobla la apuesta: está ante el Tribunal Supremo porque ha ganado una especie de rifa. Con un salto magistral hemos pasado de la ironía a la sátira, y de lo individual a lo social, y apenas acabamos de arrancar la lectura de la segunda página. Durante las siguientes cien, más o menos, nos espera un carnaval espectacular, un desfile de mordacidad permanente.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"'El vendido' \/ 'El venut'","text":"Paul Beatty Traducci\u00f3n de \u00cd\u00f1igo Garc\u00eda Ureta \/ Jordi Cuss\u00e0 i Anna Camps Malpaso \/ M\u00e9s Llibres 22 euros \/ 20,95 euros 330 \/391p\u00e1ginas"}}Nuestro narrador anónimo está ante el tribunal por su intento de reinstaurar la esclavitud (por lo menos en su familia) y la segregación racial (en Dickens, su barriada del sur de Los Angeles), con un argumento bien sencillo: si el apartheid sirvió para unir a toda Sudáfrica, por qué demonios no podría funcionar ahora en América. El humor de Paul Beatty es cosa seria. No se cansa de repetir que le asombra que se adscriba su novela al género cómico, pero también afirma que en su formación como lector le parecía que los escritores afroamericanos importantes escribían "como si no tuvieran amigos".

Un padre negro enfrenta a su hijo con la imagen de Barbie y Kent por un lado y Marthin Luther King y Malcom X por el otro, y le pregunta con qué "contexto cultural" se identifica más. El hijo escoge, por supuesto a Barbie y Kent y, ante la indignación de su padre, se justifica con el argumento de que los accesorios son mucho mejores. Así van desfilando, arrancados de cuajo, todos los tópicos del paternalismo con que los blancos tratan a los negros, pero también los lugares comunes con que cada raza se defiende de sí misma, y la ternura que provocan los esfuerzos por adaptarse a la línea dominante. La trama del juicio ante el Supremo ofrece al libro un cauce por el que avanzar, pero lo que en realidad importa al lector es la digresión permanente; no al estilo narcisista de, pongamos, un Knausgård, sino en la línea del mejor rap: el lenguaje, bien tratado en las traducciones, es una metralleta dispuesta a arrasar con todo, en una fusión eficaz de ironía y belleza. Y el espectro es amplio: de Stevie Wonder a Jean Luc Godard.

Es inevitable reseñar 'El vendido' a partir de las nociones de raza y humor. Pero el lector hará bien en no permitir que eso se interponga entre sus ganas de leer y este texto magnífico. Esto no es 'El príncipe de Bel Air', ni Bill Cosby. No es una comedia en la que unos afroamericanos gesticulantes se ríen de cosas que uno no capta. Es un texto literario de enorme altura que, a partir de la mirada racial, indaga satíricamente en los tópicos que definen la identidad de los hombres. Al final del libro, un cómico negro riñe a unos blancos del público por reírse de sus chistes. "Largaos de aquí -les dice-. Esto es nuestro".

A lo que el narrador responde: "¿Qué es exactamente lo nuestro?"