CRÍTICA DE CINE

'Animal de compañía': inquietantes obsesiones

El barcelonés Carles Torrens cuenta una obsesión patológica construida a través del thriller psicológico y el terror cotidiano

QUIM CASAS

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A Dominic Monaghan, el Charlie de la teleserie 'Perdidos', le va como anillo al dedo el personaje que interpreta en 'Animal de compañía'. Es un tipo obsesivo y solitario, aparentemente inofensivo, que es capaz de encerrar en una jaula de la perrera en la que trabaja a la mujer de la que se ha enamorado. Historia de una obsesión patológica, la película de Carles Torrens, barcelonés afincado en Estados Unidos, linda con el thriller sicológico y el terror cotidiano, sin asesinos en serie, monstruos ni mutaciones. Es un terror descarnado que se convierte en estimable reflejo especular, ya que víctima y verdugo no son tan diferentes como todo parece indicar.

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