CRÓNICA

Juana de Arco, heroína en el siglo XXI

Àlex Ollé triunfa en Fráncfort con su futurista y simbolista versión del oratorio de Arthur Honegger y Paul Claudel

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CÉSAR LÓPEZ ROSELL / FRÁNCFORT

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La Fura dels Baus puso la noche del domingo una pica en la Ópera de Fráncfort con la futurista y simbolista versión de Àlex Ollé de 'Juana de Arco en la hoguera', oratorio dramático de Arthur Honegger y el poeta Paul Claudel, de 1934. La actriz alemana Johanna Wokalek protagonizó el rol solo hablado de la heroína francesa quemada en las llamas en 1431. La intérprete fue reiteradamente aclamada al final de la función (11 minutos de aplausos) y también Marc Soustrot, quien ya capitaneó, en el 2012, la versión concierto del oratorio con Marion Cotillard. El equipo de Ollé y el dinámico coro, al que se suman 26 niños, merecieron incluso algunos bravos del público.

Cotillard era la estrella prevista para dar vuelo a esta pieza. No importa porque Wokalek, con una convicción y entrega ejemplares, ha dado la talla junto a Sébastien Dutrieux (fraile Dominique) y el gigantesco coro, que se ha movido con agilidad y grandes prestaciones dramáticas y vocales durante una obra que nos remite al juicio y ejecución de la santa. Antes se representó 'La demoiselle élue', de Debussy. 

SUPERVIVIENTES DE UNA GRAN CATÁSTROFE

El enlace entre estas obras es uno de los momentos más logrados de un montaje cuya estética remite a la de 'Suz/O/Suz' 'furera'. Juana aparece atada al palo de la hoguera mientras la orquesta interpreta el prólogo añadido por Honegger a la obra después de la segunda guerra mundial. Desde la oscuridad surgen medio desnudos y harapientos los supervivientes de una gran catástrofe. Es el anticipo de un futuro posindustrial en el que conviven alta tecnología y barbarie en un paisaje de materia orgánica y coches achatarrados.

El relato utiliza un constante 'flash-back'. En los diálogos de Juana con Dominique se reflejan los episodios vividos por la idealista Juana en su lucha por una Francia unida junto al rey, que la ha traicionado después de enfrentarse a los ingleses. Ellos eran el mal de entonces, el mismo que representan ahora una Europa deshumanizada con los fanatismos populistas dominantes. Frente a esta degeneración, la ética y la pureza de Juana de Arco emerge en el montaje como un camino de esperanza.

'HOOLIGANS' BORRACHOS

Uno de los méritos de Ollé, con la brillante colaboración del escenógrafo Alfons Flores y la de Lluc Castells (vestuario), es haber convertido este oratorio en un gran espectáculo de línea operística desplegado en dos niveles. Sobre una plataforma de cristal están los seres más espirituales, mientras que abajo habitan los inquisidores juez Porcus, presentado con una gordura exagerada y el miembro viril al aire, el fiscal-burro y el jurado que se comporta como un rebaño de borregos en unas gradas que nos remiten al circo romano.

Son formidables los pasajes de fiesta popular con desfiles militares y banderas. Y es magnífica la traslación al siglo XXI de la figura de este mito. Resulta difícil pensar en una actualización tan fabulosa, como proclamaba anoche Joan Matabosch, director de Teatro Real que coproduce el montaje.