Primavera Sound: de la sorpresa a la emoción

La multitud ocupa el Parc del Fòrum de Barcelona, ayer.

La multitud ocupa el Parc del Fòrum de Barcelona, ayer.

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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La tupida parrilla de conciertos del Primavera permite que te montes un festival a tu medida, focalizado en un género u otro, pero, aunque hubo propuestas de todos los colores, es posible hablar de brillantes acentos pop en la segunda jornada del festival, ayer en el Parc del Fòrum. Muestras de depurada artesanía de la canción, en particular, en los pases de una marca con historia, The Magnetic Fields, y de uno de los nombres estrella de este año, el sugerente trío británico The xx.

Y, como el jueves, hubo sorpresa, aunque esta, a diferencia de aquel show inesperado de Arcade Fire, llegó a correr de boca a oreja en las horas precedentes. Mogwai, una banda no incluida en el cartel de este año (actuó en el festival en la edición del 2014), ofreció una actuación no programada en la que recorrió en primicia internacional su nuevo disco, Every country's sun, que no saldrá hasta el 1 de septiembre.

POST-ROCK CORPULENTO

Concierto sin clásicos, pues, consagrado por entero a un material aún inédito, con la excepción del sencillo Coolverine, y que, a primera escucha, mantuvo las constantes del Mogwai más invasivo, un post-rock que no renuncia al riff, con un crescendo final sustentado por graves. Stuart Braithwaite lucía una camiseta con la leyenda «Public Enemy» con una diana y la foto de la primera ministra británica, Theresa May. Meses antes de emprender su gira mundial, el pase vino a ser un ensayo en público del material. «Sois los primeros en escucharlo».

Mogwai actuó en la parcela de terreno ganada este año por el Primavera, cruzado el puente del puerto del Fòrum. Distancias interiores cada vez mayores, que imponen la larga caminata para pasar de un escenario a otro. Entre el público de este jueves figuró el presidente Puigdemont, que paseó por el recinto en compañía de uno de los codirectores del festival, Albert Guijarro. También visitó la muestra el conseller de cultura, Santi Vila. En los accesos del festival se pudo ver ayer una enorme pancarta con el lema No callarem, la campaña a favor de la libertad de expresión motivada por los casos de raperos condenados.

En el Auditori Rockdelux, larguísimas colas para ver a The Magnetic Fields poniendo en escena la primera mitad de su nuevo, quíntuple, disco, 50 Song memoir (la segunda será este viernes a las 16.00 horas). Stephin Merritt cantó dentro de una especie de casa de muñecas, como un niño grande, jersey de cuadros y gorra, arropado por su abundante compañía y recorriendo las canciones de su vida. Literalmente: comenzó con 66 Wonder where I'm from, canción que alude a su año de nacimiento, y siguió caminando a través de 1967, 1968, 1969..., hasta estacionarse en 1990. Piezas con citas a gatos negros, peces y Judy Garland, miradas a la infancia y la juventud con fondo filosófico tragicómico.

CANCIONERO CON ÁNGEL

Un pop de cámara ejecutado con mayor exuberancia que en el disco. Este repertorio no resulta, todo hay que decirlo, tan incontestable como en aquel otro reto de hace tiempo, las 69 certeras canciones de 69 Love songs (1999), pero el ejercicio fue delicioso, ejecutado con mimo y tocado por los recuerdos y anécdotas graciosas que iba soltando Merritt.

En la llanura de los escenarios Heineken y Mango, frente al paisaje de torres del Fòrum y Diagonal Mar, multitudes, sobre todo, de guiris anglohablantes en la actuación de Mac DeMarco, un rampante ídolo canadiense que se vale de un pop con ramalazos juguetones, guiños sesenteros y debilidades románticas kitsch. Su tercer disco, This old dog, contiene algunas canciones coloristas y resultonas que entretuvieron a la concurrencia, como On the level y One more love song. Es destacable la inclinación de los músicos por la desnudez, muy en particular el señor batería, que tocó todo el repertorio sin más ropa que un gorro de turista de mediana edad en la Costa del Sol, para deleite del realizador de vídeo.

Y, por fin, encarando la medianoche, The xx y su propuesta a priori poco compatible con un macrofestival. Pero lo de los artistas con tendencia interiorista que se ven actuando en espacios gigantes, llenísimos y ruidosos es una característica de la edición de este año (pensemos en Solange y Bon Iver). Pero, en su década de trayectoria, Jamie Smith y compañía han aprendido el arte de la profesionalidad y de la adaptación a cualquier contexto. A su favor, un tercer disco, I see you, bastante más dinámico que los anteriores: de ahí salieron canciones como Say something loving, que abrió el concierto con distante calidez. Esa tensión entre vulnerabilidad y nervio acompañó un concierto en el que The xx se expandió llevando su minimalismo pop al terreno físico, en un heterodoxo clímax de la jornada.