El español García-Vidal sienta al público en medio de la Sinfónica argentina

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Nerea González

Bajo la batuta del español Ignacio García-Vidal, la Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina y el público comparten hoy escenario en Buenos Aires para convertirse, al mismo nivel, en Scheherazade y el sultán de "Las mil y una noches", según la versión de Nikolai Rimski-Korsakov.

El conductor, originario de la provincia valenciana de Alicante (este de España), se estrena hoy al frente de la principal formación sinfónica argentina para inaugurar un formato de conciertos didácticos, "En medio de la orquesta", que busca acercar música y público con la posibilidad de que un puñado de espectadores se sienta por un rato como un violín, un trombón o una flauta más.

"Que te confíen la dirección de una orquesta sinfónica nacional" es "siempre un honor" porque "representa a todos los músicos de ese país", dijo a Efe García-Vidal, "emocionado" porque el acontecimiento resume una década de carrera en la que ha tenido un pie a cada lado del Atlántico.

Un "placer" y una "alegría" adicionales suponen para este español, convencido de que es esencial acercar la cultura a la gente, debutar en coincidencia con el primer recital del formato "En medio de la orquesta".

"Parece que hemos estado siempre muy distanciados: la orquesta sobre el escenario, el público bajo el escenario (...) Este ciclo trata precisamente de dar la oportunidad a algunos espectadores a sentarse con su silla justo al lado de algunos de los músicos de la orquesta nacional mientras interpretamos el concierto", explicó.

"Va a ser una aventura muy linda, muy bonita, porque vamos a tener la experiencia de compartir el suelo, la energía, la afinación, las ondas sonoras, el latido y el sentimiento más auténtico que se produce sobre el escenario con espectadores que, en principio, solo vienen a ver el concierto", continuó.

El concierto, gratuito, tendrá lugar, además, en uno de los escenarios más imponentes de la capital argentina: la Sala Sinfónica la Ballena Azul del CCK, el centro cultural más grande de América Latina.

"De repente alguien siente que es mejor estar en el patio de butacas pero también me consta que hay mucha gente que nos ha transmitido que es la ilusión de su vida, que siempre quiso tocar en una orquesta, no pudo hacerlo, y que la Sinfónica Nacional argentina le ofrece la posibilidad de imaginar que toca el violín en un atril de la orquesta", agregó.

"Va a ser algo muy bonito porque queremos que todo el mundo experimente la magia que se vive en un escenario. Yo creo que todo el mundo debería tener y debe tener el derecho a experimentar alguna vez en su vida hacer música", recalcó.

La iniciativa es una forma de invitar a que la gente sea "curiosa", ya que, para García-Vidal, el acercamiento a la cultura es una "responsabilidad compartida" entre el público y los artistas.

La obra elegida para este recital, la suite sinfónica "Scheherazade" de Nikolai Rimski-Korsakov (1888), es una de las más bonitas de la historia de la música y abre, según él, la posibilidad de dibujar atmósferas e imaginar los cuentos como si el oyente formara parte de "Las mil y una noches".

Tras el concierto, García-Vidal permanecerá en Argentina para dar un seminario internacional de dirección en la Patagonia y, a finales de año, volverá al país suramericano para repetir ante la Sinfónica Nacional y para debutar al frente de la otra gran orquesta argentina: la Filarmónica del Teatro Colón.

Pese a que su carrera toma crecientes rumbos latinoamericanos, García-Vidal dice no sentirse un "exiliado" ni un "expatriado". Más bien se considera un "privilegiado" por poder convertir la desventaja de que en España cada vez haya menos oportunidades para los músicos en la posibilidad de llamar "casa" a otros países.

"España me da un pasaporte pero no me da trabajo, no me da oportunidades como a tantos otros jóvenes", lamentó el director de 37 años.

De Argentina, el lugar que más le ha abierto las puertas en Sudamérica, alaba la oferta de actividades y el apoyo al arte, pero también el "desencorsetamiento cultural" y la presencia de una nueva generación joven, "completamente desacomplejada", que no duda en aprovechar, por ejemplo, las entradas a precio reducido que ofrece el Colón para ver una ópera en zapatillas deportivas.