Trío de ases para 'Diumenge'
Hermann Bonnín eleva la obra de Brossa con la gran actuación de Àngels Bassas, Abel Folk y Àlex Casanovas
César López Rosell
Periodista
CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA
Joan Brossa no necesita libro de instrucciones para hacer inteligibles sus intenciones, pero sí de un director identificado con las claves de su obra como Hermann Bonnín y de unos intérpretes de talla para dar vuelo dramático a la poética de sus textos teatrales. El reto con 'Diumenge' ha sido superado en La Seca gracias al implicado trabajo conjunto del director y Àngels Bassas, Abel Folk y Àlex Casanovas, trío de ases de la escena catalana. En esta pieza el autor centra su mirada surrealista en la realidad cotidiana de un matrimonio de decadente clase media y en la de la relación con su amigo íntimo en la Barcelona de los años 60.
Como ya es sabido, Brossa renuncia a las historias convencionales para centrarse en una situación determinada y proyectar desde ella la potencia de la imagen visual y lírica de la palabra. Los propios actores no dudaron en confesar que la falta de esta estructura había dificultado, en una primera lectura, la comprensión del contexto dramático. Pero Bonnín no tardó mucho en llevarlos al redil de las grandes posibilidades de esta sátira sobre la burguesía políticamente amodorrada de los años del franquismo.
RETRATO DE UNA ÉPOCA
Ramon (Àlex Casanovas, el marido) aparece sentado en una butaca del salón de la casa enfrascado en la lectura de uno de los libros que llenan obsesivamente sus momentos de ocio. Rodeado por montones de ejemplares esparcidos por el suelo vive solo pendiente de una rutina que incluye un ordenado consumo de pastillas para combatir su hipocondría. Una televisión en blanco y negro proyecta imágenes de la época, reproducidas también en una gran pantalla. No faltan las típicas secuencias del NO-DO con el vitoreado Caudillo inaugurando pantanos o presidiendo bajo palio las procesiones del Corpus.
Los cines de barrio, la radio y las canciones de la época realzan el clímax de la puesta en escena. La irrupción de Rómula (Àngels Bassas, la esposa) rompe con la monotonía inicial. Mimada, espitosa, entrañable e interpelando a los espectadores dibuja un buen retrato de la mujer frustrada por no alcanzar sus sueños. Las peleas con su marido por cuestiones aparentemente banales como la de los arreglos de su casa en la Costa Brava, ayudan a encender la mecha de la hilaridad. La actriz incluso se desmelena cantando a Brel.
La cuadratura del círculo llega con Abel Folk (Enric, el amigo). Es domingo y su visita es esperada como un detonante. El actor encarna a la perfección la imagen del 'bon vivant'. Seductor, elegante y siempre al día de las últimas tendencias, hace de puente en las decisiones del matrimonio y entra en el juego de seduccir a la esposa. Una obra muy interesante para hacer una inmersión en el universo brossiano.
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