LOE ESTRENOS DE CINE DE LA SEMANA

Bruno Dumont: "Estoy acostumbrado a enfurecer al público"

El director francés explora de nuevo su lado más jocoso en la recién estrenada 'La alta sociedad'

El director francés Bruno Dumont.

El director francés Bruno Dumont. / periodico

NANDO SALVÀ

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Dado que las (magníficas) películas sobre las que construyó su reputación -La vida de Jesús (1997), L’humanité (1999), Hors Satan (2011)- eran inconfundiblemente deprimentes, hace tres años dejó a la cinefilia boquiabierta al estrenar la miniserie 'El pequeño Quinquin', que no solo era una comedia sino una comedia divertidísima. Ahora ha vuelto a explorar su lado más jocoso con 'La alta sociedad', sainete sobre la lucha de clases que incluye ineptas pesquisas policiales, antropofagia y muchos chistes de gordos.

Hasta hace poco a usted no se le conocía precisamente como un director gracioso, todo lo contrario. ¿Qué le hizo pasarse a la comedia? Es muy sencillo: descubrí el potencial cómico del drama. Me di cuenta de que cuando un actor se pone trágico siempre está a un paso de cruzar una línea invisible y resultar hilarante. Así que me pareció interesante explorar esa línea. Además hay algo que me atrae mucho de la comedia, y es que te permite hablar de cosas profundas sin caer en el intelectualismo o la pedantería. Y también te permite empujar al público a la transgresión moral. Con el chiste adecuado puedes lograr que se ría de cosas terribles.

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En una escena de 'La alta sociedad' se revela que uno de los personajes fue víctima de una violación por parte de su padre y de su hermano. Usted sabe que no todos los espectadores encontrarán eso divertido, ¿verdad? Por supuesto. Es una escena cómica, pero habrá gente que se sienta incómoda con ese tipo de humor. También habrá gente que al verla me maldecirá. Pero estoy acostumbrado a enfurecer al público aunque no sea mi intención. Me acusan de humillar a mis intérpretes, y de sentir desprecio por la condición humana. Es falso. Creo que todo el mundo debería identificarse con los personajes que retrato, porque todos somos muy nobles y a la vez del todo grotescos.

En su cine, en todo caso, gente noble no hay mucha. El mundo de 'La alta sociedad' se divide entre aristócratas tarados y proletarios caníbales, y en medio de ellos hay dos detectives muy idiotas. ¿Es esa su visión de la sociedad? El caso es que yo no he querido hacer una reflexión sobre la división de clases ni nada parecido, y en parte ese es el motivo por el que he ambientado la película en el pasado. La gente se empeña en hacer interpretaciones sociológicas de mis películas, e inevitablemente concluyen que soy un esnob porque me río de la gente pobre. ¿Qué puedo decir? Las salas de cine atraen a mucho idiota.

¿Piensa en los espectadores cuando escribe sus películas? Jamás. Hacerlo me parecería despreciable. Cuando escribo soy completamente sincero y doy por hecho que el espectador detectará esa sinceridad y valorará el hecho de que yo no trate de embaucarle. Yo soy como Marcel Proust, que solía decir: “Escribo para mí mismo”. Y eso no debería percibirse como desprecio a la audiencia, al contrario. Valoro tanto a los espectadores que no quiero usar trucos para seducirles.

En 'La alta sociedad', actores consagrados como Juliette Binoche o Fabrice Luchino ofrecen interpretaciones completamente caricaturescas. ¿Le costó convencerles para hacerlo? Al principio se resistían, claro. Me preguntaban: “¿no será demasiado, Bruno?”. Estaban aterrados. Los actores, todo el mundo lo sabe, son unos narcisistas. Yo me dediqué en cuerpo y alma a quebrar sus defensas, a hacerlas pedazos. Después de hacerlo, lo que me dieron fue oro puro.