CRÓNICA DE CONCIERTO
Joan Miquel Oliver, al rescate de 'Atlantis'
El cantante y guitarrista mallorquín, excomponente de Antònia Font, desplegó la inventiva pop de su nuevo disco en la Sala Beckett
Jordi Bianciotto
Periodista
JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA
En ‘Pegasus’, Joan Miquel Oliver se perdía en el cosmos y en ‘Atlantis’ bucea en los fondos submarinos. Cambios de decorado para canciones siempre llenas de inventiva, con cierta mala uva camuflada entre viñetas de estética infantil y un lenguaje musical tocado por algún ángel alborotador. Las nuevas se hicieron escuchar y querer este jueves en el primero de los tres pases del mallorquín en la Sala Beckett.
La presentación de ‘Atlantis’, dentro del ciclo ‘D. O. Illes Balears’, comenzó con el teclista, Jaume Manresa (excompañero de Oliver en Antònia Font), recitando ‘Ses coses’ y con el protagonista en las nubes de ‘Nins a tobogans’, la primera canción de ‘Atlantis’. Pero, como en su mundo las cosas nunca son como uno espera que sean, el recital se decantó luego por una amplia selección de piezas de discos anteriores. “¿Com és que he vingut a presentar ‘Atlantis’ i estic tocant ‘Pegasus’?”, se preguntó, metido en harina, con aire distraído.
MOVIMIENTO CONTENIDO
Pero ‘Mares a radial’, con su sencilla melodía silbada, y ese ‘Fèmurs’ con palmas, y un ‘Món vegetal’ de ensoñadores arpegios de guitarra abrieron fantasiosos espacios mentales entre las áridas, industriales, paredes de la Beckett, alcanzadas por una tenue iluminación que abarcaba el conjunto de la sala. Un Oliver encantado de suministrar ‘hits’, reales o no, que invitaron a un baile contenido en el patio de butacas: teniendo ‘Surfistes en càmera lenta’, ‘Flors de cactus’, ‘Final feliç’ y ‘Hansel i Gretel’, ¿quién echa de menos los clásicos de Antònia Font?
Luego, ‘Somiers’, con su sentida promesa de escribir “una cançó en es quatre vents”, puso la secuencia de transición hacia, ahora sí, la inmersión en esa nueva obra en la que advierte de los efectos del turismo y el uso y abuso del planeta. Ocho piezas seguidas que, por momentos, prolongaron la fiesta: de la envolvente ‘Agricultors ingràvids’ al funk electrónico de ‘Atlantis’, de intensidad casi ‘bakala’, reforzada por la batería de Xarli Oliver, tercer vértice de la formación. Y de ahí a esa asombrosa ‘Rumba del temps’, pilotada por un pequeño “guitarró de jota mallorquina”, dijo Joan Miquel Oliver, construida “el 1996 pel mestre Joan Rosselló, de Petra”.
En ‘Posidònia’, espacio para el ‘guitar hero’ de juguete que siempre ha llevado dentro, y en ‘Ses persones’, un reflexivo pórtico del crepúsculo de la sesión. Despachadas las canciones más agitadoras a medio recital, Oliver emprendió un suave fundido, de la recuperada ‘Foto’ a ‘Polo de llimona’ y un ‘Mil bilions en estrelletes’ iluminado por los reflejos de una bola de espejos. “M’ho he passat de puta mare. No té sentit continuar”, sentenció el líder desde el último bastión de esa Atlántida lista para emerger cada noche desde el fondo del océano.
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