ESTRENO EN EL TEATRE BORRÀS

'Vides privades', amor a quemarropa

Marta Marco y David Selvas brillan en una actualización de la comedia de Nöel Coward llevada al límite

VIDES PRIVADES

VIDES PRIVADES / periodico

JOSÉ CARLOS SORRIBES

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La productora La Brutal, que comandan Julio Manrique y David Selvas (tanto monta, monta tanto), sigue con buen pie la línea que conduce al éxito. Apuestan, según su ideario, por productos independientes, innovadores y contemporáneos. Y en los que caben desde la versión del 'Don Juan' de Molière, que presentaron en el TNC, a otra de 'Vides privades', de Nöel Coward, que estrenan en el Borràs. Arriesgada como la primera, su aproximación a una comedia escrita en 1930 llega bajo el criterio de llevarla al límite, bajo una solvente y dinámica dirección a cuatro manos del propio Selvas y de Norbert Martínez. La adaptación de Juan Cavestany, en su primera colaboración con la productora, le da un buen meneo al texto como no podía ser de otra forma. En definitiva, le quita años, la acerca y le aporta frescura. Por ejemplo, nada de situarla en un hotel de Normandía; mejor en Begur, en la Costa Brava. Y, más tarde, en un piso turístico.

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'Vides privades' luce el acabado siempre notable que tienen las producciones de La Brutal. La primera escena, en ese hotel de Begur, muestra el tempo preciso para que veamos el pelaje de los protagonistas antes de que se produzca el inesperado reencuentro entre la pareja que formaron un día Eduard (David Selvas) y Amanda (Marta Marco). Han decidido pasar un fin de semana con sus nuevos novios, más jóvenes, Sílvia (Mima Riera) y Víctor (Javi Beltrán). Lo que se presentaba como una romántica estancia salta por los aires cuando los examantes se ven las caras en una brillante escena de balcón a balcón. Lo que parecía el inicio de una bronca es de algo muy distinto, y la chispa del amor vuelve a encenderse.

NUEVO NICHO DE AMOR

No solo tienen un fogoso encuentro en Begur, sino que deciden prolongarlo y volver a las andadas en un nuevo nicho de amor: el apartamento de ella en el Gòtic que alquila a turistas. Cavestany no se ha cortado nada a la hora de actualizar la comedia de Coward. A partir de ahí, un quiero y no quiero, con la pareja joven también haciendo de las suyas, mucho movimiento, peleas y objetos volando. Y es que tienen la capacidad de sacar lo peor del otro.

Más que química, lo que hay entre ellos es pólvora. Y a partir de ahí, se desata el temporal en una comedia muy estripada. En el agitado vaivén, Marta Marco y David Selvas se salen porque, además, sobre ellos recae el peso de la obra. Marco da una exhibición de comicidad y seguridad. Selvas, mientras, debuta en la comedia y parece que lleve toda la vida en el género. 

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