Eisner, el autor que subvirtió las reglas del cómic, y construyó unas nuevas

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Sergio Andreu

Genio, palabra que se utiliza demasiado a la ligera, es, en el caso de Will Eisner, padre de "The Spirit" y de la novela gráfica, gracias a su "Contrato con dios", definición perfecta para un autor que ha marcado a generaciones de comiqueros, y de quien en 2017 se cumple el centenario de su nacimiento.

El Salón Internacional del Cómic de Barcelona, cita que el dibujante, editor y guionista norteamericano visitó tres veces -en 1981, 1990 y 1992- le rinde homenaje con una exposición dirigida a un creador que subvirtió géneros, que introdujo la ironía y el humor donde no la había, y dotó a la viñetas de un contenido argumental y un continente estilístico que abrió el medio al público adulto.

"Nos enseñó todo, a amar, a respetar y a desarrollar el cómic; primero, rompiendo las normas establecidas, burlándose de los géneros y las actitudes estrictas, intuyendo que el humor y la parodia podía funcionar en el policíaco y no sólo eso, sino que luego mostró cómo se narra una historia en pocas páginas de forma perfecta", asegura a Efe, Antoni Guiral, comisario de la muestra.

Nacido el 6 de marzo de 1917 en Nueva York, Eisner comenzó su carrera en varios semanarios y se hizo muy popular en los años cuarenta gracias a "The Spirit", una serie repleta de humor e ironía protagonizada por un superhéroe sin poderes, un detective cuya identidad ocultaba mínimamente por un antifaz, y que se dejaba engatusar con facilidad por las mujeres de fatal caída de ojos.

"Utilizaba un grafismo que partía de Milton Caniff (el maestro del claroscuro), pero lo desarrolló a su manera", comenta Guiral, sobre ese trazo de toque psicológico, acompañados de encuadres cinematográficos que convirtieron a "The Spirit" en un clásico de las viñetas (que en España publica Norma, como el resto de la obra de este autor).

A través de su empresa American Visual Corporation, fundada en los 50, hizo servir la historieta de forma pedagógica, mientras que él mismo se iría convirtiendo en un teórico del medio con obras con "El cómic y el arte secuencial" y "La narración gráfica".

Pero fue en 1977, con más de 50 años, cuando Eisner fue capaz de volcar y sintetizar en una obra todo su conocimiento sobre cómo funcionaban las viñetas y los tiempos narrativos, a lo que añadió su bagaje como miembro de una comunidad, la judía, que había sufrido el peso de la depresión del 29 en las viviendas más modestas de la gran manzana, un fórmula capaz de comunicar con la misma precisión, que la literatura o el cine.

Todo eso está en "Contrato con Dios", cuatro historias, pesimistas, ambientadas en lugares lúgubres de New York, repletas de sueños rotos, crudas y sobre todo creíbles para el gran público.

"La obra abrió una puerta que cuarenta años después se mantiene sin cerrar, publicar historias para adultos, con un principio y un final y un número importante de páginas", explica Guiral, que recuerda que fue el mismo Eisner quien las bautizó como novela gráfica, "aunque él sabía que era un simple eufemismo de cómic".

El legado de Eisner (fallecido en Florida en 2005), que continuó en otros trabajos posteriores -como "La vida en la gran ciudad" o "La conspiración"- es evidente de forma clara en autores como Frederik Peeters ("Pildoras azules" o "Lupus") o en Craig Thompnson ("Blankets").

También en España hay autores que formalmente no se parecen a él pero que sacan elementos de sus trabajos, "como Daniel Torres o Alfonso López", comenta Guiral.

Mucho más modesta, que las retrospectivas que le han dedicado el Museo del Cómic de Angulema (Francia) y la Sociedad de Ilustradores de Nueva York, la exposición de Barcelona ofrece 42 originales de sus páginas, procedentes de colecciones particulares, y otros tantas reproducciones, así como un homenaje gráfico de varios artistas españoles: Dani Torres, David Rubin, Paco Roca, Kim o Alfonso Zapico, entre otros.

Santiago García, guionista de la novela gráfica "Las meninas" y teórico del medio, apunta en uno de los textos recogidos en la muestra barcelonesa que "Will Eisner fue el primer dibujante de cómics que se consideró a sí mismo un verdadero autor, dueño de sus obras. Él fue el primero que dio valor a sus páginas y sus personajes", una buena definición del padre del cómic moderno.