CRÍTICA DE CINE

'Últimos días en el desierto': Cristo en familia

La película de Rodrigo García es menos la típica homilía cristiana que un drama humano íntimo y minimalista

NANDO SALVÀ

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Aunque en ella Ewan McGregor encarna a Jesucristo -y, sorpresa, también a Satán-, 'Últimos días en el desierto' es menos la típica homilía cristiana que un drama humano íntimo y minimalista sobre los problemas de comunicación entre padres e hijos y el destino y lo insignificantes que somos, aderezado con el tipo de panorámicas que quedarían de fábula como salvapantallas y algún gag de pedos -no es broma-. El resultado es por momentos conmovedor pero no especialmente transgresor, y el empeño por la contención mitiga su capacidad para trascender.

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