Agustí Villaronga: "Primero fui un director raro, luego maldito, y después de culto"

El cineasta mallorquín vuelve a poner sus ojos en la guerra civil con la adaptación de la novela de Joan Sales 'Incerta glòria'

Agustí Villaronga, la semana pasada, en Madrid.

Agustí Villaronga, la semana pasada, en Madrid. / periodico

OLGA PEREDA / MADRID

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Cuando Agustí Villaronga (Palma, 1953) pone su mirada en la guerra civil no lo hace buscando un discurso político sino emocional. Así ocurrió en 'Pa negre', película que hizo historia en los Goya del 2011 (nunca antes un filme en catalán se había alzado con el máximo galardón del cine español). El autor mallorquín vuelve ahora a adaptar otra novela sobre el conflicto del 36, la espléndida y voluminosa 'Incerta glòria', de Joan Sales. El resultado -“un western emocional”- se estrena el viernes.

'Pa negre' apenas tenía discurso político. Aquí vuelve a pasar lo mismo. La novela de Emili Teixidor no tenía disquisiciones ideológicas importantes. Todo está visto con los ojos de un niño. En 'Incerta glòria', Sales explica las cosas que ocurren y viendo esas cosas uno ya intuye su posición ideológica. Esta ha sido también mi opción porque no me atrevo a hacer otra cosa. Para hablar de política tienes que saber de lo que estás hablando. 'Incerta glòria', expresión que viene de un soneto de Shakespeare, habla de unos personajes y de la supervivencia. ¿Ideología? No es que no haya buenos y malos es que ni siquiera hay enfrentamiento entre republicanos y fascistas. Sería forzarlo meterlo ahí. Lo que sí tengo es mucho interés en subrayar las consecuencias de la guerra. 

“Tirar una piedra a un charco de mierda. Nos salpica a todos”, así definió usted la guerra con 'Pa negre'. Claro. Cuando oigo a gente que dice "bah, otra historia de la guerra civil" yo siempre digo que de los conflictos se puede hablar de mil maneras. De 'Incerta glòria' se podían haber hecho cinco filmes distintos. Y nunca está de más. Lo malo no es que haya tantas películas sino que haya tantas guerras. 

La suya, rodada en Aragón, La Garriga y Barcelona, tiene empaque y poderío visual. Los responsables de fotografía y dirección de arte han hecho un excelente trabajo. Hay que tener en cuenta también la potencia de las localizaciones: Los Monegros. Luché con la productora porque rodar allí encarecía el presupuesto. Pero es que su fuerza muy especial, son lugares muy espectaculares.

¿Cómo se enfrentó a la obra de Sales? Tendría que haberme dado un poco de susto, pero no me lo dio. Ni me lo planteé. Si lo hubiera hecho me hubiera quedado paralizado. Me enfrenté a la novela con humildad y normalidad. Y eso que no me es muy cercano el mundo de Sales, que era una persona muy intelectual y reflexiva. Lo importante era no traicionarle haciendo una cosa falsa. 

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¿Qué les pidió a los protagonistas, Marcel Borràs y Oriol Pla? Todo. Marcel se hizo él mismo el personaje. Es un tipo complicado, lo digo en el buen sentido. Es dulce y simpático pero tiene en la cabeza algo especial. Él es muy conocedor del mundo de Sales y había participado en la obra de teatro basada en la novela. Le puso cordura. A Oriol le escogí porque venía de Comediants, de hacer teatro en la calle. Y era estupendo para un personaje tan vivo e histriónico.

Su productora, Isona Passola, afirma que usted es el Guardiola del cine. ¿Guardiola qué es? ¿Un entrenador? (risas).

Lo dijo después de las 14 nominaciones a los Goya que recibió 'Pa negre', que finalmente se llevó nueve. No me veo como un entrenador. No es lo mismo un equipo de fútbol que de cine. El cine exige mayor colaboración entre nosotros.

Pero ella lo dijo porque usted es un tipo sobresaliente en su trabajo. Bueno. Primero era un director raro. Luego fui maldito. Después, de culto. Y con 'Pa negre' pasé a ser…

Taquillero. No tanto. Y eso que no fue mal. Pero taquillero es otra cosa. Antes de todo eso me tiré años sin trabajar.

Haciendo pasteles. Sí, eso fue una época. Ahora es lo contrario. Ahora tengo más trabajo del que puedo abarcar. Ya me hubiera gustado que la faena hubiera venido más repartida a lo largo de la vida.

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¿Se acuerda ahora de cuando estuvo en el lado oscuro? Creo que estuvo muy bien pasar todo aquello.

¿Por qué? ¿Aprendió cosas? Sí. Las situaciones difíciles cuando las vives son difíciles, claro, pero te hacen ser más consciente y más sensible a lo que les pasa a los demás. Te hace ser más agradecido. Yo ahora me digo: “tío no te quejes, que ganas dinero y haces un trabajo que te gusta”. Tener dificultades en la vida no es malo.

Muchos títulos de su filmografía nos han mostrado atmósferas muy insanas. Pero usted, en el terreno personal, parece un tipo muy normal, no abrumadamente intenso. Los ambientes insanos supongo que son fantasmas que hay ahí. Como no salen en mi vida normal, aparecen por alguna parte. Es cierto que me interesa más el mundo no transparente. Hace años, tenía un punto de vista más enfermizo y turbio. Ahora sigo enfocándome en esos mundos, pero no son malsanos. Todo tiene una lógica muy humana. Pero, vamos, no pienso tanto las cosas.

Volviendo a 'Incerta glòria' ¿qué espera de ella? Tengo esperanza en que llegue a la gente y que se emocionen. Así de simple. Es una película muy dirigida a la emoción. Y me encantaría que fuera bien en taquilla. De esto depende el futuro del cine. No solo hablo de mí o de Isona Passola. Este es un tipo de cine que no es ni totalmente autoral ni facilón.

La clase media del cine está desapareciendo. Aunque la suya ha debido ser una cinta cara. 3,5 millones de euros, que es mucho dinero para los presupuestos de ahora. Pero hay cosas que no se deberían hacer. Por ejemplo, rodajes de dos semanas.

¿Y si es la única oportunidad de hacer cine? Es una desgracia que sea así. La educación visual del público es muy grande y no les puedes mostrar cualquier cosa.