ESTRENO EN EL TEATRO CONDAL

'Homes': divertimento sobre la guerra de sexos

El gran trabajo de las cinco actrices impulsa los 'sketches' de 'Homes' en un abordaje irregular y tópico a las relaciones de pareja

Un momento de la comedia musical 'Homes!'.

Un momento de la comedia musical 'Homes!'.

JOSÉ CARLOS SORRIBES

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Uno. Quedan avisados los espectadores que asistan a la función del Teatre Condal de que no van a salir muy bien parados. Porque 'Homes' aborda la masculinidad rancia, aún en boga, y la pone delante del espejo a lo bruto. Señores, el macho ibérico va a la baja, nos dice sin rodeos esta comedia musical. Dos. Las espectadoras verán complacidas, se supone, con cómo se despelleja al otro sexo. También tendrán su pequeña ración de reproches, pero como dice el eslogan/reclamo del montaje, 'Ser hombre no está de moda'. El escarnio llega servido en bandeja para el gran público: humor de 'club de la comedia', algo de música y elegante puesta en escena.

Recoge 'Homes' el lejano testigo (va por caminos muy diferentes) de la pieza del mismo título de la compañía T de Teatre. Sergi Belbel ya participó en el original y también en esta segunda parte. Más de 20 años después vuelve a abordar las relaciones de pareja, ahora con una prestigiosa socia (la directora Carol López) y cinco actrices que se salen: Anna Barrachina, Agnès Busquets, Mireia Portas, Alba Florejachs y Glòria Sirvent. De nuevo, un montaje a partir de 'sketches', pero esta vez en un formato que añade canciones de Marc Parrot. Solo ejercen de variado acompañamiento y poco más.   

INGENIO E IRREVERENCIA

'Homes' no engaña a nadie. Le cuesta arrancar, pero cuando lo hace discurre como un divertimento de vocación comercial alrededor de la guerra de sexos, abordada de forma epidérmica, con unas escenas más acertadas que otras. Contiene también un recordatorio para la primera versión, con ese 'sketch' del incauto Ramon cuestionado por una esposa en polifonía de voces. Por momentos, la comedia luce ingenio; en otros, irreverencia e incluso algo de vulgaridad (ay, esa escena alrededor del consultorio de Elena Francis). Tampoco faltan pullas a modo de flases contra el autobús de Hazte Oír, Trump o el eurodiputado polaco misógino. O un guiño  para 'La, La, Land'. Todo a buen ritmo y bajo la voluntad de convocar al público más amplio, con el foco cómo no hacia ese público femenino tan asiduo en las plateas.

El gran trabajo del elenco es una carta ganadora para conseguir el objetivo. Barrachina deja huella siempre de su saber estar y experiencia; Busquets, de su polivalencia; Florejachs, de su descaro; Portas, de su genio arrebatador, y la alicantina Sirvent (menos conocida por aquí), de su desparpajo. El repóquer de actrices, con 'look' masculino y taconazos, nunca desfallece y muestra siempre rodaje y convencimiento. Igual actúan, que cantan, o bailan un rap o música disco por una escalinata. Son unas jabatas. Con mujeres de este calibre, la especie de macho ibérico ya no es que no esté de moda, es que lleva todas las de perder.