CRÓNICA

'Dybbuk', el fascinante timo de Romain Gary

La compañía Sixto Paz seduce en la Beckett con la obra de Jan Vilanova Claudín sobre el escritor que creó un novelista ficticio para recuperar el éxito

Escena de 'Dybbuk' en la sala Beckett, de la compañía de Sixto Paz.

Escena de 'Dybbuk' en la sala Beckett, de la compañía de Sixto Paz. / periodico

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA

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Jan Vilanova Claudín y la compañía Sixto Paz han vuelto a las andadas en la Beckett.Jan Vilanova ClaudínSixto Paz Beckett Después de sorprender la pasada temporada con 'hiSTÒRIA', el último montaje de la desaparecida sala de Alegre de Dalt que se ha podido ver también este año en el Espai Lliure, insiste en su línea de ficción nacida de personajes y hechos reales. Ahora lo hace con ‘Dybbuk’, obra inspirada en el camaleónico escritor Romain Gary que en los años 70 creó un novelista ficticio, Èmile Ajar, para demostrar el error de los que juzgaban su obra más en función de determinados  prejuicios que por su valor real. Bajo este seudónimo vendió millones de libros y obtuvo grandes premios.

En ‘hiSTÒRIA’ Vilanova Claudín cuestionaba el trabajo de investigación hecho alrededor de Marc Bloch, historiador antinazi ejecutado por la Gestapo. Ahora incide en la peripecia del autor francés de origen judío Romain Gary, nacido en Lituania como Roman Kacew. A los 14 años recaló en Niza junto a su dominante madre, aprendió el francés y decidió ser escritor. Condecorado por su heroísmo como aviador sirviendo al Ejército francés en la segunda guerra mundial, fue también diplomático, abogado y director de cine. Después de un fracasado matrimonio con la escritora francesa Lesley Blanch, volvió a casarse con la actriz norteamericana Jean Seberg, icono de la ‘Nouvelle Vague’.

EL FALSO ESCRITOR

Personaje bohemio y amigo de André Malraux y Albert Camus, fue en su faceta de escritor donde más  brilló. Con ‘Las raíces del cielo’ (1956) ganó su primer Goncourt. El segundo lo obtuvo, oculto en el seudónimo de Ajar, con ‘La vida ante sí’ (1975), cuya adaptación al cine le llevó a ganar un Oscar al mejor filme extranjero en 1978. Aunque ya había utilizado otros nombres, con este último urdido para demostrar siendo otro que su declive no existía, llegó más lejos. Utilizó a un sobrino para que encarnara el personaje del escritor y durante seis años este fingió, hasta llegar a creérselo, ser el verdadero Ajar.

El trabajo de Claudín, dejando la esencia de la historia en una hora y media, y la excelente dirección y puesta en escena de Pau Roca, transmiten el espíritu de este relato sobre la idea de la verdad, el fraude y la ficción. Cuatro intérpretes, entre ellos el propio Roca, que recrea con eficacia al sobrino manipulador, se multiplican en la representación de los diferentes personajes de la historia. Victor Pi es un ejemplar Gary, tanto en sus inicios dirigidos por una madre decidida a fabricar un triunfador, como en los de su etapa de escritor maduro en la que orquesta el gran engaño. 

COMPENETRACIÓN

Patrícia Bargalló se desdobla en el rol de la madre joven y ya madura, pero es además la frágil Seberg hasta su suicidio, que se produce un año antes que el de Gary. Pepo Blasco recrea al periodista que entrevistará a Gary, al editor y al amigo de la progenitora. Todos están muy bien compenetrados dentro de una simbolista escenografía. En conjunto ‘Dybbuk’ (título extraído de la palabra hebrea que se refiere a un espíritu maligno capaz de poseer a otras criaturas) funciona a la perfección y deja en el aire una interesante cuestión, a partir de lo ocurrido con este fantástico timo literario: ¿Qué pasaría si llegáramos a juzgar las obras sin tener en cuenta su autoría?