CRÍTICA DE CINE

'Fences': puro teatro

Más que película, es una obra teatral filmada con una pareja de actores, Denzel Washington y Viola Davis, en estado de gracia

NANDO SALVÀ

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'Fences' no es tanto una película basada en una obra teatral como una obra de teatro filmada, un pedazo de ficción honorable y valioso pero del todo desubicado en un medio, la pantalla grande, al que obviamente no pertenece. Tras la cámara, Denzel Washington parece asumir que cualquier revisión del drama homónimo de August Wilson habría sido blasfema.

Retrato de un barrendero resentido por sus sueños rotos de gloria deportiva y por su condición de hombre negro en la América de los 50, y cuyo carisma solo es superado por su monstruosidad, 'Fences' es todo planos largos y monólogos aún más largos, un escenario central y ninguna consideración al modo en que las herramientas del cine podrían servir al texto. La cámara captura el drama sin prestarle apoyo. Las imágenes no crean emoción, solo la reparten.

La película, eso sí, nos da la oportunidad de contemplar a grandes intérpretes en estado de gracia. Washington es un director pacato, pero como actor no se había mostrado tan magnético y feroz en mucho tiempo. Y Viola Davis, en la piel de una esposa que lleva años tragando y que quizá haya encontrado el momento de decir basta, está incluso mejor. Puede que al final los 140 minutos de metraje de 'Fences' pesen tanto como 18 años enteros de matrimonio, pero al menos Washington y Davis hacen que el esfuerzo valga la pena.