NOVELA

La tragedia olvidada del 'Titánic' nazi

Ruta Sepetys recupera la historia del barco alemán 'Wilhelm Gustloff', hundido por los soviéticos en 1945 y en el que murieron 9.000 refugiados, más de la mitad de ellos niños

La escritora estadounidense de origen lituano Ruta Sepetys, durante una reciente visita a Barcelona.

La escritora estadounidense de origen lituano Ruta Sepetys, durante una reciente visita a Barcelona. / periodico

ANNA ABELLA / BARCELONA

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En el 'Titánic' murieron 1.514 personas; en el británico 'Lusitania', torpedeado por Alemania en 1915, 1.198. En el buque nazi 'Wilhelm Gustloff', alcanzado por torpedos soviéticos el 30 de enero de 1945, 9.343, más de 5.000 de ellas, niños y adolescentes. Eran en su mayoría refugiados de ascendencia alemana de los países bálticos (estonios, letonios, lituanos, croatas...) que huían del avance ruso en la llamada operación Aníbal, en Prusia Oriental. Es la mayor tragedia marítima en número de víctimas pero fueron los perdedores, los malos de la historia, y el caso cayó en el olvido.

“Hubo varios factores -enumera Ruta Sepetys (Detroit, 1967), estadounidense e hija de refugiados lituanos, que rescató su historia en la novela 'Lágrimas en el mar' (Maeva)-. Era un barco de guerra con artillería pesada, un objetivo legítimo en términos bélicos y Hitler, que perdía la guerra, no le convenía que se supiese que había habido una muerte tan masiva de niños. Tras la guerra, los alemanes sentían que no era correcto mostrarse como víctimas teniendo en cuenta el Holocausto. A la vez, había cierta indiferencia respecto a la muerte de alemanes. El comandante del submarino ruso que torpedeó el barco acabó expulsado del Ejército y enviado a Siberia. Estados Unidos era aliado de Rusia, por tanto, ¿qué responsabilidad tenían? Y los supervivientes tenían experiencias tan dolorosas que nunca quisieron hablar de la guerra”.     

Explica la escritora el caso de una mujer que se salvó en cuyas memorias relataba cómo logró reunirse con su madre en Alemania tras el naufragio. “Al contarle llorando cómo había sobrevivido de milagro esta solo le preguntó porqué no salvó su maleta. No se molestó en hablar más de ello porque sentía que nadie la entendería nunca”.   

Sepetys supo del hundimiento hace pocos años por boca de una prima de su padre que junto a su familia tenía pasaje para aquel barco. “Cuando se dirigían a embarcar su hermana se despistó mirando una gran crucero en el puerto y un coche la atropelló obligándoles a quedarse en tierra y salvar así la vida. Fueron evacuados días más tarde y hoy viven en Bélgica”.

HIJA DE REFUGIADOS

Viendo hoy la crisis de refugiados, Sepetys recuerda el pasado familiar. “Mi familia huía de los rusos. Mi abuelo fue oficial del Ejército lituano y en las afueras de Kaunas estaban ejecutándolos. Muchos de mis familiares fueron deportados a Siberia, lo que inspiró mi primera novela ('Entre tonos de gris'). Mi padre cruzó Polonia a pie hasta Austria y Alemania donde pasó nueve años en campos de refugiados antes de ser admitido en Estados Unidos por ser ingeniero militar”. Como “hija de refugiado” siente especial dolor al ver a “niños huérfanos, víctimas inocentes de la guerra y de regímenes dictatoriales y vengativos”. Por ello, recalca, la novela está protagonizada por jóvenes. “Hablé con adultos que me describieron sus experiencia como niños, cómo la guerra les obliga a ser adultos muy deprisa. Estos niños pierden su infancia, su país, su inocencia”.        

Tras publicar el libro un hombre que estuvo en el Ejército alemán destacado en la costa danesa contactó con ella. “Me contó cómo en las fechas del naufragio su trabajo fue salir al encuentro de los barcos que llegaban con los cadáveres de los ahogados, muchos niños, y cargarlos en un camión. Encontré el cementerio danés donde enterraron sus cuerpos en tumbas sin nombre”.

Refleja Sepetys en la ficción que no todos los alemanes son nazis pero también usa personajes como un soldado nazi para el que se inspiró en las cartas del Hitler adolescente. “Es un joven que para los demás es invisible y al que el uniforme, aunque sea solo en su mente, hace visible. Planteo si es la guerra lo que nos hace malvados o si activa una maldad que ya llevamos dentro”, reflexiona. 

EL MISTERIO DE LA CÁMARA DE ÁMBAR

Otro nazi, real, Erich Koch, aparece en la novela para introducir el expolio de obras de arte y el de una en particular, la Cámara de Ámbar (una lujosa habitación de paneles de oro y ámbar del palacio de Catalina de Tsárskoye Seló, cerca de San Petersburgo). “En el barco, para los nazis era más valioso evacuar sus tesoros que a los civiles y hay indicios de que la cámara se desmanteló, se empaquetó en cajas y se subieron a bordo del 'Wilhelm Gustloff'. Muchos submarinistas la han buscado pero sigue siendo un misterio. Y Koch, que fue un alto dirigente nazi en Prusia y responsable de muchísimas muertes fue detenido por los aliados pero se dice que le perdonaron la vida porque en los interrogatorios en la cárcel siempre dio a entender que sabía dónde estaba la Cámara”.

EN EL MADRID DE POSGUERRA

Sepetys ya trabaja en una nueva novela, esta vez ambientada en el Madrid de posguerra de los años 50. Investiga la venta de bebés republicanos a americanos que se alojaban en el Hotel Hilton, con cuyo propietario, avanza, Franco hizo negocios. Una nueva historia que sacar a la luz.