PASIÓN POR LA MÚSICA DISTINTA

Marianne Brull, la espectadora fiel

Los improvisadores Liquid Trio presentaron en el Jamboree su segundo disco, 'Marianne', dedicado a una destacada seguidora de la escena local

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ROGER ROCA / BARCELONA

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Si esto fuera un concierto de rock o una sesión de techno, ahora es cuando el público gritaría: el momento en que la banda se obstina en tocar una sola nota que crece y crece y crece. El momento en que uno sabe que la música está a punto de explotar. El anticipo del premio, justo antes del estribillo, antes de dejarse arrastrar por el estallido del subidón. Pero esto es el Jamboree y Liquid Trio hacen música improvisada, que no es ni rock ni techno ni jazz, sino una forma de hacer en la que lo importante no es el estilo sino la capacidad de los músicos para escucharse y contar algo estimulante sin apoyarse en un guion.

O sea que aquí no hay estribillo y nadie grita. Los sonidos se confunden: la percusión parece venir del saxofón, el piano truena como una batería, que a su vez suena como el aullido del viento cuando corre por un túnel. El público contiene la respiración. La explosión no llega y la música da un giro. Ahora es como un murmullo, luego se aclara. En las caras de algunos espectadores se ve que la procesión va por dentro, pero va fuerte. También hay quien se levanta y se va. Quizás esperaban ver un concierto de jazz. La improvisación libre no gusta a todo el mundo. Quizá la música del pianista Agustí Fernández, el saxofonista Albert Cirera y el batería Ramon Prats es demasiado intensa. O demasiado arisca. O demasiado incomprensible. "Lo que pasa es que falta cultura", sentencia Marianne Brull al final del concierto. A ella le ha encantado. De tan emocionada, dice que en un momento le faltaba el aire.

RECOMENDANDO DISCOS

Cualquiera que haya ido a Robadors 23 o al Soda, los bastiones de la música improvisada de Barcelona, conoce a  Marianne. Descubrió la improvisación hace 20 años en un concierto de Agustí Fernández junto a la flor y nata de la 'impro' internacional. Allí encontró una música que era siempre distinta y ahora es una de las seguidoras más fieles de la escena local. No es una mecenas ("si tuviera dinero, ya me gustaría", afirma), pero compra los discos de los músicos que le interesan y los recomienda con convicción. "¿Has escuchado este?", le dice al periodista, señalando un cedé de Albert Cirera que está a la venta sobre la barra del Jamboree. "Es buenísimo".

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Liquid Trio le han dedicado su segunda grabación, 'Marianne', que presentan, por decirlo de alguna manera, esta noche. Pero Marianne les ha prohibido mencionarla en el concierto. No le gusta ser el centro de atención, aunque su vida daría para una novela. Trabajó en Ruedo Ibérico, la legendaria editorial antifranquista fundada en 1961 en París por exiliados españoles. Accede a que el fotógrafo de EL PERIÓDICO le saque una instantánea con los músicos, más por ellos que por ella. Les tiene cariño. A Cirera y Prats los sigue desde que tocaban a dúo cada jueves en Robadors 23. "Alguna vez tocamos solo para ti", le recuerda Cirera. Ella le felicita por el concierto de esta noche. "Vosotros dos habéis crecido mucho".

No es una espectadora fácil de complacer. A los improvisadores les pide audacia y asegura que en Barcelona se toca con "una rabia" especial. Si un concierto no le gusta, Marianne se levanta y se va. "Yo ya no tengo tiempo para perder en cosas que no me interesan". Los músicos se van a comer algo al bar de al lado antes de atacar el segundo pase de la noche. "¿Te quedarás a verlo, Marianne?", le pregunta Ramón Prats. El de hoy ha sido un buen concierto. De los mejores que ha visto Marianne últimamente. Se quedará al segundo pase.

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