EL LIBRO DE LA SEMANA

Jonathan Coe: antes del Brexit

El mundo poblado de hipócritas, elitistas, desnortados y reaccionarios que Jonathan Coe satirizó en 'El número 11' ya auguraba la Gran Bretaña que votó por salir de la UE

Jonathan Coe, en febrero del 2015.

Jonathan Coe, en febrero del 2015. / JOAN PUIG

SERGI SÁNCHEZ

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'El número 11' se publicó en Gran Bretaña en otoño del 2015, cuando la posibilidad del Brexit parecía una broma pesada, al menos para los que no vivíamos en Gran Bretaña. Jonathan Coe lo intuía, sin embargo, como la consecuencia lógica de un clima sociopolítico que había empezado con la alianza de Tony Blair con Bush y Aznar a favor de la guerra contra Saddam Hussein, y con la muerte de David Kelly, inspector de armamento de Naciones Unidas en Irak al que se le fue la lengua inoportunamente. Eso ocurrió en el 2003, durante el verano en el que dos chicas protagonizan una aventura que haría las delicias de la Enyd Blyton más siniestra, que transcurre en una casa que podría ser la de Norman Bates, tan aficionado a las aves, en su caso disecadas, como la llamada Loca del Pájaro, que también esconde su secreto en el sótano.

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Once es el número de la casa de esta loca que no lo está. Once es el número del autobús de ronda de Birmingham. También es el número de pisos subterráneos de una casa señorial que quiere serlo más. Y once es el número de novelas que ha escrito Jonathan Coe, de modo que esta puede considerarse su 'Fellini 8 1/2'. ¿Un artefacto posmoderno, una ‘summa cum laude’ numerológica de su toda su obra? No es extraño que, en un momento del libro, Coe hable de las secuelas “oblicuas”: en cierto modo, 'El número 11' lo es de '¡Menudo reparto!', admitiendo en su colorida constelación de estrellas invitadas, a cuál más excéntrica, a dos miembros de aquella familia Winshaw que protagonizó su novela más célebre, y sugiriendo así que no puede entenderse el ambiente pre-Brexit, el caldo de cultivo hervido a fuego lento por Blair y Cameron, sin los años del thatcherismo.  

SÁTIRA

Decíamos que las primeras ochenta páginas de 'El número 11' son desconcertantes, porque no anuncian el tono satírico del resto de la novela, que no es para nada hilarante. Sirven, en todo caso, para introducir a los dos personajes principales, Rachel y Allison, amigas para siempre que parecen víctimas propiciatorias de la era de la posverdad: una por crédula, la otra por transgresora. El retrato de la Gran Bretaña contemporánea no es muy distinto al que podría hacerse de cualquier país europeo: confusión ideológica, retorno de la derecha, caos en la izquierda, prensa sensacionalista, crueles redes sociales, ‘reality shows’ dispuestos a hincar el diente a celebridades en decadencia, inmigrantes maltratados, ricos cada vez más ricos. Eso sí, la sátira de Coe se toma en serio a sí misma, quizá demasiado.

Donde brilla como un diamante en un agujero negro es en el amplio espectro de su ‘dramatis personae’, que ofrece una delirante deriva hacia la novela de monstruos (así, como lo oyen) completamente imprevisible. Solo diré que la criatura justiciera, que por supuesto clausura la dimensión alegórica del texto comiéndose a millonarios y conservadores, tiene que ver con una inmigrante rumana, paseante de perros para más señas, y con una araña gigante que se zamparía al mismísimo monstruo del lago Ness. La gracilidad con que Coe introduce este desplazamiento hacia la novela mutante, como si la presencia de esa criatura fuera de lo más lógica en un mundo poblado de hipócritas, elitistas, desnortados y reaccionarios, es la prueba de que el Brexit aún tiene que darnos muchas alegrías literarias.