PRÓRROGA TEATRAL
'L'home sense veu', conexión en la luna del autismo
La obra de Clàudia Cedó brilla en la Sala Flyhard por el humor y delicadeza en el acercamiento al mundo de este trastorno
César López Rosell
Periodista
CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA
Clàudia Cedó (Banyoles, 1973) no es solo una de las más relevantes apariciones de la creación teatral autóctona sino también una de las más originales por la frescura de un discurso no exento de la experimentación. La autora de 'Tortugues, la desacceleració de les partícules' (premio Butaca del 2015 al mejor texto) y ganadora de quinto Torneig de Dramàturgia Catalana vuelve a demostrar en ‘L’home sense veu’, su sensibilidad para tratar con delicadeza un tema tan candente como el de la incomunicación en la sociedad actual, en este caso centrada en el autismo. El montaje, que se estrenó en el Temporada Alta, sigue su camino en la Sala Flyhard, donde acaba de prorrogar hasta el 23 de enero después de casi dos meses en cartel.
Cedó es psicóloga y ha aplicado su experiencia profesional creando el proyecto Escenaris Especials, en el que utiliza el teatro como herramienta para potenciar las habilidades comunicativas de grupos con riesgo de exclusión social. Entre los colectivos con los que trabaja figura uno formado por siete jóvenes con el trastorno del espectro autista. La inmersión en el imaginario de estos alumnos es el punto de partida de los textos que elabora con carácter terapéutico para ser representados por ellos. Las historias que crea responden a la lógica del pensamiento de los afectados para que puedan desarrollarlas con comodidad en el escenario.
PERMISO PARA ENTRAR EN SU MUNDO
La trama de ‘L’home sense veu’ nace de estos principios. “Quería exponer la sensación que se tiene cuando alguien muy encerrado en sí mismo te da ‘permiso’ para entrar en su mundo”, ha explicado la autora y directora de la pieza. Objetivo conseguido. En esta especie de cuento con ingredientes de ciencia ficción y con una buena utilización del lenguaje de la jerga espacial, Cecilia (una gran Cristina Cervià, dotada de una vis cómica almodovariana) es una mujer en paro, casada con un tipo insustancial que la menosprecia y con dos hijos adolescentes. Ella vive una existencia anodina de 'maruja' sin esperanzas de un cambio existencial. Mientras, Tom (un Jordi Subirà que administra bien sus silencios y sus expresiones) es un ‘astronauta’ al que el universo de su trastorno le sitúa en una estación espacial de la Luna. Desde allí lanza mensajes desesperados que no obtienen nunca respuesta.
Los protagonistas son seres extraviados pero con ganas de conectar y encontrarle un sentido a sus vidas. Su encuentro se producirá cuando Cecilia acepta sustituir a su amiga María para cuidar al autista. Entre ellos se acaba estableciendo una impensable comunicación mucho más profunda que las que se dan habitualmente en la vida real. La delicadeza y humor en el tratamiento del tema presiden esta función que aborda la posibilidad de encontrar un lenguaje común, superando la soledad, para conectar con los demás por lejano que nos parezca su mundo.
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