ENTREVISTA

Paco Ibáñez: "No dejaré de cantar ni después de muerto"

El cantautor regresa al Palau con un recital, '¡A galopar!', orientado hacia su repertorio más reinvindicativo

Paco Ibañez

Paco Ibañez / periodico

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Paco Ibáñez invoca a Rafael Alberti y a José Agustín Goytisolo en ‘¡A galopar! En tiempos de ignominia’, el recital que presenta este miércoles en el Palau (21.00 horas), dentro del Festival del Mil·lenni. Con 82 años cumplidos hace un mes, el cantautor “vasco-lenciano catalano-francés”, como se presenta, eleva el tono movido por el convulso estado del mundo.

Así que el caballo no se cansa de galopar. Con lo que está pasando no puedes hacer como si nada. Esa frivolidad, esa obscenidad que estamos viviendo… No sé cómo se puede aguantar. Y ver cómo tanta gente se queda en casa viendo el puto fútbol, y el balonmano, y el ciclismo, y las motos… Ese hatajo de analfabetos millonarios, como les vino a decir Hollande en su libro. Así que ya ve, otra vez a la cuadra, a buscar el caballo, y a galopar.

Tras la gira ‘Vivencias’, ¿mira ahora más hacia fuera? Apuntaré hacia ahí, aunque todo está relacionado y cualquier canción que tenga potencia poética es revolucionaria: ‘Le temps des cerises’, preciosa, suave, se convirtió en un himno de la comuna de París. Y hoy estamos viviendo momentos inaguantables, casi de pánico.

Lo dice usted, que ha vivido guerras y posguerras. ¿No está curado de espanto? Pero, ¿cómo vas a relativizar lo que está ocurriendo? Estamos otra vez donde estábamos. Lo vi cuando lo de Srebrenica: 8.000 tipos fusilados y al día siguiente todo el mundo viendo a Indurain subiendo el Tourmalet. De ahí me viene ese odio al deporte, o a la manera en que lo utilizan. Ahora con Siria es lo mismo. Yo ahora iré a cantar apuntando a lo urgente, para que la gente tome conciencia.

¿Sobre qué exactamente? Sobre que el otro también existe. Hay que tener un agradecimiento y una solidaridad hacia los demás por existir. Un sentimiento, una emoción, y luego cultura, y creación…

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¿La victoria de Trump es el detonante de este recital? Bueno, el ‘trompeta’ es el resultado de todo lo que ha ido pasando sin que nos diéramos cuenta. Esa ordinariez… Que, por otro lado, representa muy bien a su país. Estados Unidos es eso. El país más salvaje que hay en el mundo.

¿No ha actuado nunca allí? Jamás he puesto los pies en ese país ni los pondré. Y, bueno, luego están los chinos y los rusos. Tres potencias que… ¡preparémonos!

¿No es la historia del mundo, que siempre haya un imperio u otro? Bueno, pues vamos a luchar contra ellos. No está muerto quien pelea. ¿Que siempre ha sido así? Pues hay que oponerse, ¡no aceptarlo! Cambiar las cosas como hizo Gandhi, sin pegar un tiro. Nos hace falta un Gandhi global.

¿Y Europa? ¿La Unión Europea? ¿Qué es? ¿Adónde nos lleva? Si es inexistente, no tiene ni voz ni voto. Los ingleses se van a marchar y les deseo que vivan felices y se coman un buen rosbif: nunca me han interesado. Aunque ahí sí que estuve a punto de actuar una vez.

¿A punto? ¿Qué sucedió? Hará más de 40 años. Sabina me organizó un concierto en Londres, en una universidad. Llegó el día del recital, todo preparado, fui yo con mi guitarra…  ¡y no vino ni el bedel!

Se suspendió. Claro, ¡si no vino nadie! Si ve a Sabina, recuérdeselo. Nos reímos tanto…

Este año ha actuado en Perú y Uruguay. Públicos que responden a la emoción, como el de aquí, y que tienen curiosidad. En Montevideo salió Daniel Viglietti a cantar conmigo y vino Mujica con su esposa.

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¿Se salva Mujica de su recelo global hacia los políticos? Es de los pocos, sí. Igual que ahora, en Catalunya, siento confianza hacia Colau y Puigdemont. Colau es una mujer con sensibilidad, capaz de darse cuenta de muchas cosas. Y Puigdemont creo que es el mejor presidente que ha tenido Catalunya.

¿Paco Ibáñez, alabando a un presidente convergente? Será convergente o divergente, eso no me interesa, pero veo que tiene cultura y una visión en profundidad, y que defiende a los catalanes en sus derechos.

El pasado mayo volvió a Madrid después de 14 años. Tres noches en el teatro Nuevo Apolo. ¿Cómo fue? Actué con cuatro poetas, García Montero, Atxaga, Teijeiro y Margarit, y ahí estuvo el pueblo llano, aplaudiendo al recitar y cantar en castellano, en euskera, en gallego y en catalán. Fue tremendo. Siempre he tenido simpatía por Madrid. “Qué bien resistes, Madrid, de las bombas se ríen los madrileños…” Cuando se volvieron anticatalanes, eso fue el divorcio para mí. Pues canté ‘Barques de paper’, de Espriu, en catalán, y ahora en el Palau intentaré esa canción de los emigrantes, de Margarit y Enric Barbat, ‘Els qui vénen’: “Han carregat maletes i farcells / la llarga nit arrossega la son…” (canta). ¿Qué le parece? ¿No se ríe ni nada?

¡Por favor! Le animo a que la cante en el Palau. Bueno, bueno… A mí esta canción me hacía llorar.

Sabrá que su colega Raimon lo deja el año que viene. ¿Lo entiende? No mucho, yo me moriría el día que no pudiera seguir cantando. Incluso después de muerto no dejaré de cantar, ¿comprende? ¡Es verdad! Cantar es nuestra savia, nuestro alimento. Así que eso de los recitales de despedida, no, eso conmigo no lo verá. Si tenía ganas de verlo, está perdiendo el tiempo (ríe). Yo, después de muerto ya me despediré.