Las raíces de Simonetta Agnello Hornby
La autora italiana radicada en Londres publica 'Unas gotas de aceite', libro de memorias trufado con los sabores de Sicilia
Begoña Arce
Periodista
BEGOÑA ARCE / LONDRES
Los olivos de Mosè tienen 500 años. Son jóvenes comparados con las tumbas de hace tres milenios halladas en esa finca rural, próxima a Agrigento. Tierras con un largo y rico pasado. En la que fue propiedad familiar de los Agnello pasó su infancia la escritora Simonetta Agnello Hornby (Palermo, 1945). Largos veranos que ahora recuerda en su última obra publicada en España, 'Unas gotas de aceite' (Gatopardo), memorias, libro de cocina y una estampa de la Sicilia de los años 50. "La generación de mis padres fue el final de la llamada aristocracia rural", explica en conversación telefónica desde Calabria. "Mi padre pensaba que nuestra clase social no debía continuar".
En el Mosè de su niñez, con una legión de jornaleros, sirvientes, parientes y otros huéspedes, la cocina tenía un papel fundamental. Un ritual diario, laborioso y paciente. "Cocinar y comer es una manera de celebrar la vida. Respetábamos enormemente la comida. Nunca tirábamos nada. La compartíamos y la cuidábamos de principio a fin. Desde los corrales y el huerto, hasta que llegaba al plato". El aceite de oliva es el hilo conductor de un relato, con sabor a naranjas y requesón, con perfume a laurel y el sonido de los sarmientos crepitando para hornear el pan. Las recetas de la abuela y después de la hija han sido incluidas en el libro. Es el caso de la amarena, una pasta de cerezas agrias, secadas al sol, utilizada en repostería; de las escalopas de berenjena, que son fáciles de confundir con un filete empanado, o los calabacines fritos con ajo, menta, azúcar y vinagre, un "buen entrante para una cena veraniega". La decoración de los platos se cuidaba tanto como el delicado bordado de los manteles, en los que se servían. "Hacíamos bonitas las cosas que no lo eran. Queríamos que lo cocinado pareciera muy bello. Cambiábamos todo el tiempo la decoración, aunque el plato fuera el mismo".
MIEDO ANTE LA MAFIA
Las labores agrícolas marcaban de calendario de estío. La siega, la vendimia, la recogida de la almendra y los pistachos. Una vida extinguida que, desde la nostalgia, puede parecer maravillosa. Pero Sicilia es una tierra dura. "He tenido experiencias muy dolorosas en Sicilia", afirma la escritora. "Estaba la amenaza de la mafia. A mi primo Silvano lo secuestraron y pidieron un rescate a cambio de su liberación. Recuerdo un tiempo en que no podíamos ir al pueblo a comprar helado. No nos decían que era por la mafia, pero lo sabíamos". La situación ahora es más tranquila, pero "la mafia sigue allí", señala con firmeza. "No mata, como en los años terribles, porque está en el poder. Solo mata cuando lo necesita".
Los de la ‘cosa nostra’ no secuestraban mujeres, sólo hombres. "Me sentí muy devaluada. Yo no valía la pena, ni siquiera para que me secuestraran". Su padre no quiso para ella el destino tradicional de las mujeres por aquel entonces. "Desde que nací mi padre que decía que trabajara, que tuviera un empleo. Eso era en aquellos tiempos algo poco habitual para una chica, ya fuera rica o pobre. El destino de todas era el matrimonio. Además de trabajar mi padre me aconsejó que no me casara y no tuviera hijos. Creo que vio que el mundo estaba cambiando". Simonetta le haría caso a medias. Durante años ejerció como abogada en Londres, donde ha vivido la mayor parte de su vida, al tiempo que se convertía en una reputada escritora. Pero se casó y tuvo hijos.
En Mosè también descubrió el amor por la lectura. “Los libros eran mi contacto con el mundo. Viajaba a través de los libros". Lógicamente había censura. "Una vez al año teníamos que sacar todos los libros de la biblioteca y limpiarles el polvo", recuerda. "Había libros de literatura, de poesía y también algunos algo eróticos de mis tíos. De esos solo me dejaban ver la cubierta y leer la introducción. Leí la de un libro de Oscar Wilde y fue un shock. Mi madre no me dejó ir más allá".
Hoy la finca familiar está dedicada al agroturismo a cargo de su hermana Chiara, que ha organizado el recetario. Simonetta vuelve allí varias veces al año. “Mosè no me pertenece, pero Mosè es parte de mí”.
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