CRÍTICA DE CINE

'¡Canta!': animales que hacen karaoke

NANDO SALVÀ

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Ilumination Entertainment, los estudios de animación responsables de ''Canta!', también lo fueron de 'Gru, mi villano favorito', 'Los minions' y 'Mascotas'Es decir, no hay forma humana de confundirlos con Pixar. Sus películas aspiran sobre todo a ganar mucho dinero. Y por eso están diseñadas según una fórmula probada -hiperactividad, ruido constante, ternura calculada- para generar niveles máximos de simpatía.

Del argumento de '¡Canta!' no hace falta más que decir que es una mezcla de 'Zootrópolis' y 'Operación Triunfo'; en realidad es solo una excusa para embutir una escena tras otra de 'covers' de pegadizas canciones -65, nada menos- o, mejor dicho, de fragmentos de esas canciones: toda la película funciona como un largo 'sample' de su propia banda sonora, que tantos niños recibirán como regalo navideño. Con tanto pedazo sonoro que apelotonar, quizá esperar de ella una mínima hondura en las caracterizaciones, algo de ingenio en los diálogos o cierta estilización visual era esperar demasiado.

Por no tener, '¡Canta!' ni siquiera incluye verdaderos gags. El director Garth Jennings da por hecho que para partirnos de la risa nos basta ver a un gorila imitando a Sam Smith o a unas conejas cantando 'Anaconda', de Nicki Minaj. Probablemente esté en lo cierto, así que habrá que disculparle por ir tan a lo fácil. Menos excusable es el descaro con el que la película finge predicar que para conseguir tus sueños solo hace falta quererlo de veras cuando, como los concursos que emula, da menos crédito a la expresión artística personal que al éxito comercial basado en la vampirización de lo ajeno.

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