CONCIERTO DE UNA ARTISTA EMERGENTE

Namina, voz a fuego lento

La cantante y guitarrista barcelonesa muestra la música con carácter de su segundo disco, 'Ígnia' , con vistas al rock, el blues y Brasil, en La 2 de Apolo

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JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Sus canciones suenan crudas y turbias, “viscerales”, apunta ella, a partir de guitarras filo-grunge y una voz que se acoge al sentimiento del blues. Ella es Natàlia Miró do Nascimento, Namina, y su segundo disco, ‘Ígnia’, aporta trazos de temperamento poco frecuentes. “Tanto oyentes como músicos deberíamos atrevernos más a transmitir cosas a través de todos los lenguajes posibles”, opina la cantante  y guitarrista, que actúa este miércoles en La 2 de Apolo (22.00 horas).

El título del trabajo alude al fuego y sus canciones combinan la aspereza con la calidez de unas atmósferas muy elaboradas. No se trata de música para ambientar un salón de té. “Podría molestar, ¡o eso quiero pensar! Intento provocar algo”, explica Namina, que canta de un modo hiperexpresivo, partiendo de figuras inspiradoras del blues y el jazz. “Soy más de Billie Holiday que de Ella Fitzgerald, aunque a esta también la escucho”, apunta, decantada por el estilo “vocal interpretativo, propio de una actriz”, de la primera.

UN EXTRAÑO PEZ

Una de las piezas clásicas del repertorio de Holiday, la siniestra ‘Strange fruit’, inspira una de sus canciones, ‘Strange dead fish’. Sí ahí había cuerpos negros colgando de las ramas, frutos del linchamiento, aquí aparece un cadáver en una playa, “como si fuera un objeto abandonado cualquiera, tirado en un descampado”. Es una composición sobre la crisis de los refugiados, que no considera “de denuncia, sino de impotencia”, y en cuya atmósfera  recogida asoman suaves acordes de bossa nova. “Precisamente porque es tan triste traté de que fuera bonita”, explica la cantante y guitarrista.

Es el momento del disco que más refleja su fondo brasileño, heredado de su madre, originaria de Pernambuco, que le hizo descubrir a voces como Maria Bethãnia, Gal Costa y Elis Regina. Forman también parte de sus influencias, como, en otro orden, PJ Harvey, cuyo concierto de 1995 en Zeleste, con Ben Harper, la sacudió cuando tenía 16 años. Pueden intuirse reflejos de los primeros discos de la británica en sus canciones más rocosas. “Soy muy de la PJ Harvey del principio”, asiente. Y de ella le gusta adoptar “la idea de que cada disco responda a un concepto distinto, a través del contenido y de la estética”.

CARRERA CON CALMA

En el libreto de ‘Ígnia’ abundan las referencias orgánicas: una escultura, papeles antiguos, créditos y letras escritas a mano… “Está todo milimétricamente pensado”, asegura Namina, que en ‘L’esquellinc’ se inspiró en la novela ‘Solitud’, de Víctor Català. Estamos ante un disco que revela cierta madurez. Ella comenzó a componer con 13 años y ahora tiene 37. “Sí, soy un poco mayor”, ríe. ¿Vocación tardía? “Bueno, cuando estaba en la veintena fui madre y eso lo viví mucho, sobre todo los primeros años”.

Compone y canta en catalán, inglés y portugués, y se descubre asociando lenguas a géneros y actitudes. “Difícilmente podría cantar algo muy rockero en portugués”, reflexiona. En la airada ‘Now I don’t’ cuenta con Jaume Pla, Mazoni, de quien se declara fan, y que estará en Apolo junto a los músicos del disco y a colaboradores como Enric Casasses. “Últimamente me he liberado de la guitarra en alguna canción y, aunque el estilo de cantautor está bien, me encanta tener una banda y poder teatralizar”.

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