CRÓNICA DE CONCIERTO

Andrea Motis, un paso adelante

La joven cantante y trompetista, cada vez más líder, demostró su tirón popular en el Palau de la Música

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ROGER ROCA / BARCELONA

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Un equipo de cámaras se movía discretamente por la platea. El humo y las luces, bastante menos discretos, indicaban que allí se grababa. Era una noche de puesta de largo, pero una puesta de largo extraña. El disco que presentaban Andrea Motis y su grupo en el Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona, 'Emotional dance', no saldrá hasta febrero. Da igual, porque ahora mismo a ella no le hace falta excusa para llenar el Palau de la Música. "Estamos aquí una vez al año, más o menos", dijo la joven cantante y trompetista sin una pizca de fanfarronería. Simplemente constataba la evidencia: su éxito es el mayor fenómeno popular que ha visto el jazz de aquí en décadas.

Se presentó arropada por su banda de siempre liderada por su mentor, el contrabajista Joan Chamorro. Y aunque es difícil saber dónde empieza la autonomía de la alumna y dónde acaba la influencia del maestro, en el Palau se vio a una Motis un poco más líder. El repertorio pasaba por los lugares en los que Motis creció cuando se formaba bajo la tutela de Chamorro: el swing, la música brasileña, los estándares y algo de jazz moderno. Pero algunas de las elecciones eran indiscutiblemente suyas. Las canciones de Nancy Wilson, una de las vocalistas preferidas de Motis, no están en el menú habitual de las cantantes de jazz. 'La gavina', popularizada por Marina Rossell, la cantaba Motis de niña en el colegio con su mejor amiga y el viernes la defendió en una ambiciosa versión.

RITMO E INTENCIÓN

Tampoco es nada común escuchar en directo el rompecabezas 'Baby girl', una canción hecha a partir de un intrincado solo del saxofón que exige altas dosis de pericia. Y esa es, por ahora, la mejor virtud de Andrea Motis como cantante. Su voz a ratos es escasa, y en eso tampoco la ayudó el sonido, que en el primer tramo de concierto fue más bien confuso. Pero Motis rezuma música. Tiene ritmo, musicalidad, intención, un fraseo ágil, ideas. Con el saxofonista Perico Sambeat de invitado, Motis apenas tocó la trompeta, pero cuando la cogió demostró las mismas virtudes que con la voz.

Lo más personal llegó al final, cuando Motis estrenó tres composiciones propias: dos canciones de una notable riqueza melódica y una instrumental con mucho brío que apuntan a una autora en ciernes. El broche a la noche iba a ser una versión del grupo de pop Els amics de les arts, pero no tuvo el efecto esperado en la platea. "Si queréis, acompañadnos cantando lo melodía. Aunque si sois gente de jazz, igual no", propuso Chamorro. No se animó casi nadie. Serían gente de jazz. O de Motis.