IMÁGENES EN LA FRONTERA

Más allá de la fotografía

Joan Fontcuberta y Darío Villalba transgreden el concepto tradicional de la instantánea en sendas exposiciones

'Jones-raya roja' y 'Jones', dos de las piezas realizadas por Darío Villalba a partir de la misma fotografía, en la exposición de la Fundació Suñol.

'Jones-raya roja' y 'Jones', dos de las piezas realizadas por Darío Villalba a partir de la misma fotografía, en la exposición de la Fundació Suñol. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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La fotografía, como la energía, no se destruye, se transforma. Poco queda de la fotografía tradicional como herramienta para captar la realidad. Con o sin intención artística. Un documento de memoria a partir de una cámara y un soporte papel. Ahora la imagen se mide en píxeles y no siempre va asociada al acto de enfocar y disparar. Tampoco a la materialidad. Las nuevas tecnologías y el cambio de concepto en la creación contemporánea han variado su estatus. Tanto que la pregunta ¿qué es la fotografía? es más pertinente que nunca. Ahí está la exposición de Foto Colectania intentando dar respuestas a la cuestión.

Pero en los márgenes de la fotografía y en la frontera de esta con otras disciplinas, límites cada vez más delgados y permeables, hace tiempo que se mueven muchos creadores, entre ellos dos artistas de renombre y con numerosos premios a cuestas. Artistas, que no (o sí) fotógrafos, porque aunque los dos trabajan con la imagen, uno, Darío Villalba (San Sebastián en 1939), se considera pintor; el otro, Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955), admite ser lo que haga falta, porque la fotografía para él "no es más que una manera de mirar".

ITINERARIO VITAL

Ambos coinciden ahora en Barcelona, el vasco con una muestra antológica, 'Resplandor seco', en la Fundació Suñol, su primera individual en la ciudad. El catalán con la presentación de un nuevo proyecto, 'Trauma', en la galería Àngels Barcelona. El primero toma instantáneas como base para sus pinturas; el segundo recolecta retratos captados por otros para darles una nueva vida. Dos maneras de crear con las imágenes al margen de la tradición. Dos maneras de crear con las imágenes con resultados dispares: pintura para uno, fotografía para el otro. Y dos maneras de crear con las imágenes que llevan a una paradoja: las pinturas de Villalba rozan la fotografía documental; las fotografías de Fontcuberta, la pintura abstracta.

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Doce piezas, las que expone Fontcuberta, en las que uno puede ver un paisaje fantasmagórico en lo que un día fue una góndola con gondolero incluido o una pátina de colores degradados en lo que antes fue un paisaje. No en vano, "las imágenes no son entes muertos, inertes, inmutables sino todo lo contrario. Son elementos que tienen vida, biología; nacen, se desarrollan, se reproducen, agonizan y mueren para volver a reiniciar este itinerario vital", apunta el artista. "Imágenes capaces de dar nuevas imágenes". La reencarnación es producto de la enfermedad, de la patología que pueden sufrir las fotografías analógicas, por supuesto, cuya creación parte de la química. Y a veces los procesos mal hechos, las malas condiciones ambientales o el paso del tiempo alteran los compuestos y degradan y alteran la imagen: emulsiones que se resquebrajan, oxidan, desprenden y abrasan, u hongos que se multiplican. Fin de una imagen, inicio de otra.

LOS LÍMITES DE LA REPRESENTACIÓN

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"Esto me lleva a reflexionar sobre qué pasa cuando una fotografía abandona su imagen, se libera de su alma y solo queda el cuerpo. Pues que se convierte en una imagen fantasma", afirma Fontcuberta para después añadir una nueva reflexión: "¿Qué queda de la imagen cuando rebasa el umbral de la representación? ¿Cuáles son los límites de la representación? ¿Cuál sería el punto en el cual una imagen ya no puede decir nada más?". Quizá 'Mi última fotografía' de Man Ray o 'La imagen perfecta' de René Magritte sean la respuesta. Una fotografía velada y un lienzo negro. "El colapso de todas las imágenes en una sola imagen y la imagen que ha acumulado tantas imágenes que es la imagen infinita", razona Fontcuberta. Una reflexión muy profunda que parte de la inmersión del artista en el Arxiu Fotogràfic de Barcelona "en busca de imágenes enfermas cuyo trastorno perturba su función documental y las inhabilita para seguir en el archivo", explica.

Más lejana en el tiempo y el espacio es la inmersión de Villalba en Nueva York y Londres. Ciudades en las que ha vivido y ha tomado las imágenes que forman sus 'Documentos básicos'. Fotografías captadas sin ninguna pretensión artística en las que lo importante es el argumento: mendigos, homosexuales, enfermos psiquiátricos... "Personajes siempre al margen de la sociedad. Ahora estamos muy acostumbrados a ver mucha fotografía documental que mira los desequilibrios sociales, pero Villalba ya lo hacía en los 70", puntualiza Sergi Aguilar, director de la Fundació Suñol.  "Es una fotografía sin ninguna sofisticación realizada para utilizarla como base de su creación pictórica", continúa.

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'SIN LA FRIALDAD DEL 'POP ART'

Porque a Villalba se le conoce por eso, por fusionar fotografía y pintura. Por coger sus 'Documentos básicos', encuadrarlos, recortarlos, ampliarlos e imprimirlos sobre tela y luego montarlos  sobre un bastidor. Y antes o después añadirles el gesto pictórico. Lo realiza ahora y lo realizaba en los 70, momento en que se desmarcó de todos los movimientos de la época, no fue ni informalista ni expresionista, y se situó entre el 'pop art' y el realismo social. ¿Cómo? Elevando a sus personajes marginales a la categoría de iconos pero sin caer en la frialdad del 'pop art'. "Es una mirada muy particular que Andy Warhol definió como 'pop soul' (pop del alma) en referencia a lo trascendental que siempre ha sido su pintura", sostiene Aguilar.

Sí, pintura. Pese a que parecen fotografías (con intervención pictórica, eso sí), la Bienal de Sao Paulo de 1973 dejó la técnica clara cuando le otorgó el Premio Internacional de Pintura por 'Los encapsulados'. Una enorme instalación de retratos de gran tamaño (uno de ellos luce en la exposición) envueltos en metacrilato. Un trabajo que ya había hecho años antes con mucha más influencia del 'pop art': a los personajes les pintó la espalda rosa. Pero para Brasil y para el futuro, se decantó por un monocromo austero, mucho más dramático y mucho más acorde con su mirada 'pop soul'.