Los libros de Paco Camarasa

Las noticias apuntaban a que Paco Camarasa (Valencia, 1950), el librero inagotable, el comisario de BNegra, el hombre que más sabe de novela criminal, no andaba bien de salud. Pero ahí le tienen, en su feudo, la librería Negra y Criminal, a la que tuvo que echar el cierre, con todo el dolor de su corazón, el pasado año. No hace mucho que salió del hospital y camina con muletas, pero solo fijándote bien se aprecia levemente el cansancio. Su voz potente, sus ganas de contar historias, su apasionamiento a toda prueba siguen inalterables. La sonrisa socarrona en su sitio. La ocasión lo merece. A sus 66 años tiene en las manos su primer libro, 'Sangre en los estantes' (Destino), que, asegura, también será el último, por la sencilla razón de que en este se ha vaciado.

Es una personal guía del género negro, pero también un libro de memorias, un anecdotario, un sacar pecho ante la profesión de librero, un volumen dificil de clasificar en la librería, vamos. Y será el último también porque no se las da de intelectual. Nada académico, él es solo "un prescriptor, un agitador". Pero, eso sí, lleva toda una vida preparándolo. Desde sus primeros años de amante del género en la universidad, allá por los 60, cuando sus compañeros leían a Marta Harnecker o la "incomprensible" novela telquelista, a él le costaba reconocer en público qué era lo que realmente le gustaba. “Hasta que un día Alianza sacó una edición de 'Cosecha roja' de Dashiell Hammett prologada por Luis Cernuda. Eso rompió el esquema rígido de los militantes de izquierda, aunque a lo mejor creían que lo de roja tenía algo que ver con las luchas de los campesinos andaluces".

CREADORES DE UNA TRADICIÓN

También da cuenta de su paso por los 70, cuando Manuel Vázquez Montalbán creó una tradición que apenas había sacado un poco la cabeza con las novelas de Plinio de Francisco García Pavón. “Aunque para ser justo, el primero fue Jaume Fuster con su 'De mica en mica s’omple la pica'", dice a modo de descargo de que en el libro no hable mucho de la novela negra en catalán, que tiene un dificultoso trasvase al mercado en castellano.

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Asume el subjetivismo. Junto a los datos inalterables están las pequeñas historias vividas en una librería única en su género junto a su compañera Montse Clavé, la librera. En la obra cuenta cómo llevar la camiseta del local con la única leyenda de su nombre, Negra y Criminal, le valió a Màrius Serra una reprimenda por parte de unas chicas a las que tuvo que calmar e informar de que aquello no era un insulto racista. O cómo Leonardo Padura se atrevió a enfundársela por las calles de La Habana. Más de 400 autores pasaron por el local y se fotografiaron con ella. “James Ellroy, histriónico e irascible, tiene fama de tipo duro pero con nosotros fue muy amable. Entró en el pequeño local con cara circunspecta, esbozó una sonrisa y dijo: ‘Me gusta, os lo compro’".

Es muy preciso estableciendo límites de lo que es novela negra pero a la vez apuesta por ampliar sus márgenes con el Marsé de 'Un día volveré' o el Chirbes de 'Crematorio', lo quisieran ellos o no. Novela negra no es para Camarasa la resolución de un enigma, lo que los británicos llaman 'whodunit'. A veces ni siquiera hay un detective o una muerte. “En ocasiones solo es necesaria una atmósfera”, una mirada crítica a la sociedad. De ahí que para saber por qué los estadounidenses han votado a Trump recomiende a Pelecanos, Pryce o Lehane; “ellos saben bien cómo son los barrios bajos de las ciudades”. O para entender el ascenso de Marine Le Pen, a Jean-Claude Izzo. "Me temo que con Trump en el poder y con los gobiernos que tenemos y los que se avecinan en Europa tenemos material de novela negra para rato".