CRÍTICA DE CINE

'La doctora de Brest': quijotismo de saldo

La película de Emmanuelle Bercot es un larguísimo telefilme, repetitivo y maniqueo y obvio y sensiblero

NANDO SALVÀ

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'La doctora de Brest' recrea el caso de Irène Frachon, que desde el 2009 libró una batalla legal contra los fabricantes de un medicamento nocivo. Es, pues, la misma historia de una mujer contra el sistema -varios personajes repiten frases del tipo “¡estamos luchando contra el sistema!”- que ya contó mil veces mejor 'Erin Brockovich'. La directora Emmanuelle Bercot recurre a feos adornos visuales y planos gratuitos de casquería para dotar de carácter lo que en esencia es un larguísimo telefilme, repetitivo y maniqueo y obvio y sensiblero. No cuela.

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