Plensa lamenta "el despiste cultural" que vive Barcelona

El escultor expone en Senda siete años después de su última muestra en una galería de la ciudad

Jaume Plensa, junto a una de sus esculturas blancas expuestas en la Galeria Senda.

Jaume Plensa, junto a una de sus esculturas blancas expuestas en la Galeria Senda. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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Jaume Plensa le roban las piezas. En sentido figurado, por supuesto. Pero se las quitan de las manos. Le ha pasado este año en Barcelona, con 'Carmela', la cabeza de hierro fundido que lucía temporalmente frente al Palau de la Música y que, por petición popular y generosidad suya, es exposición permanente desde octubre, por lo menos durante los próximos ocho años. Y le ha pasado tres veces más en los últimos meses en EEUU. La muestra que preparó para itinerar por Nashville, Tampa y Toledo ha acabado con cuatro esculturas menos de las que empezó, en cada parada se han quedado una o dos obras. Con todo, el caso de Barcelona es especialmente "emocionante" para él, pues Barcelona es su ciudad y "es imposible no querer tu lugar de origen". Lo afirmaba este martes, mientras inauguraba su última exposición por estos lares, en la Galería Senda, hasta enero.

Desde el 2009 que no exponía en una sala de arte de la ciudad. Y este ha sido el momento adecuado, el espacio de la nueva galería Senda (ahora en la calle de Trafalgar) "tiene una escala perfecta para exponer esculturas". Y ahí están sus nuevas caras. Piezas realizadas con madera, pasadas a bronce y luego cubiertas con una patina blanca. De manera que por sus irregularidades parecen de madera pero en realidad son de bronce, algo que tampoco se ve claro por el color inmaculado que lucen. Un juego. Pues para el artista "el material no es un fin en sí, sino un soporte, un vehículo, pero nunca la esencia". Hay otro juego en el uso de la madera (cedro africano), pero con "un mensaje de profundidad". Para entenderlo hay que saber que los retratos escultóricos de Plensa salen de una fotografía previa. “La fotografía busca el momento efímero y la escultura habla de eternidad, estas dos contradicciones que intento unir también las tiene la madera. Un elemento vivo que se mueve permanentemente, que se abre, se agrieta, se rompe... pasarla a bronce es como fijar ese momento que ya no existirá más, como pasa en los retratos".  

EL MACBA, EN EL AIRE

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Esta es la segunda vez en lo que va de año que Plensa exhibe su trabajo en Barcelona, en abril lo hizo en el Palau de la Música, pero que nadie se haga ilusiones. Esto no significa que la ciudad se haya reconciliado con su escultor más internacional. Su exposición en el Macba sigue en el aire, programada en un inicio para el 2017 en estos momentos no tiene fecha. "Estoy esperando noticias. Me han dicho que quieren hacerla pero hay problemas de calendario". Y su megaescultura para el espigón del gas (una cabeza de 52 metros) ha quedado definitivamente aparcada. Le quita importancia. "Si me hubieran dicho que sí a todos los proyectos, estaría en un psiquiátrico", pero no puede evitar lamentarse del estado de la cultura en la ciudad: "Barcelona a nivel cultural se ha despistado. No es una crítica. Pero si un atleta no se entrena, no corre;  y Barcelona no ha ido a entreno".

La culpa es de todos. De la sociedad civil: "A veces nos falta la tradición de donar, solo pedimos y exigimos, pero no somos capaces de dar. Entre todos deberíamos ayudar a que Barcelona volviera por el buen camino, ya que hay una gran tradición cultural en la ciudad". Y de la clase dirigente: "A los políticos les falta el coraje del riesgo porque siempre tienen elecciones cerca, de manera que la cultura se ha convertido en la gran ausente, no solo aquí sino en toda España". La solución: "¡Debería haber una ley de mecenazgo ya! Queremos exportar el pan con tomate pero no somos capaces de importar el mecenazgo. Es algo que me tiene desconcertado".

LAS CRÍTICAS

Plensa tenía este martes un día parlanchín, así que incluso ha habido palabras para ese sector, el más radical del arte contemporáneo, que no comulga con su arte. "La diversidad es mejor que la uniformidad. Y el arte tiene esta maravillosa condición de inexplicable, de manera que Barcelona, la cultura, el mundo necesitan la diversidad, y no hay que confundir el gusto propio con la verdad". Ahí queda.