ENTREVISTA

Albert Serra: "Soy como Willy Toledo, inmune a lo que digan de mí"

El director de Banyoles presenta en el Festival de Sevilla 'La muerte de Luis XIV", donde retrata los últimos días de vida del Rey Sol

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NANDO SALVÀ / SEVILLA

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En 'La muerte de Luis XIV', ayudado por el magnífico trabajo actoral de Jean-Pierre Léaud -icono de la Nouvelle Vague-, el director de Banyoles retrata con minuciosidad quirúrgica y del todo desmitificadora los últimos días de vida del llamado Rey Sol. Este domingo la ha presentado el Festival de Sevilla.

Jean-Pierre Léaud es historia viva del cine. Debe de ser intimidante trabajar con él. No lo es, porque Léaud no tiene nada de divo. Es un actor muy singular. Una vez me dijo que nunca, jamás, había trabajado por dinero. Y eso me impactó mucho porque yo siempre había pensado que a los actores el dinero y la fama les encantan. Luego, durante el rodaje, él no fue particularmente obediente conmigo y eso me gustó. La gente que me respeta no me gusta, prefiero que sean irrespetuosos. Después de todo hay muchos momentos en los rodajes en los que yo no tengo ni idea de lo que estoy haciendo.

La muerte de Luis XIV no iba a ser una película sino una instalación en el Centro Pompidou. ¿Qué pasó? Sí, nació como una performance. Íbamos a instalarla en el hall del museo y a mostrar al monarca muriéndose en directo durante 15 días, pero se anuló por problemas de presupuesto. A Léaud la idea de sustituir la instalación por una película le gustó mucho porque significó que no tendría que enfrentarse en directo a los espectadores. Él es un actor que tiene una relación íntima con la cámara, no con el público ni con los otros actores. Por eso siempre echa del rodaje a todo aquel cuya presencia no sea absolutamente imprescindible, cosa que por otro lado no me parece mal.

¿Cómo fomentó usted esa intimidad? De hecho no lo hice, al contrario. Léaud siempre ha estado acostumbrado a trabajar con una sola cámara  y a relacionarse de forma estrecha con ella; pero yo rodé con tres cámaras, de modo que se sentía confuso. Y eso por otra parte le da a la película una complejidad muy particular. Su cara refleja una confusión que debe ser la misma que siente alguien al morir, especialmente alguien muy rico y poderoso que se cree inmune hasta a la muerte.

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Ahí está el tema esencial de la película, ¿no es así? En efecto: el poder absoluto enfrentado a la impotencia absoluta. La infinitud del poder contra la finitud de la vida. En ese sentido, la película puede verse como una pequeña venganza. La gente corriente a menudo tenemos la fantasía de matar a los poderosos: a los políticos, a los banqueros, a los militares. Yo me he permitido el placer de hacer esa fantasía un poco real.

Asimismo, la película desdramatiza por completo la idea de la muerte. Sí, recrea la banalidad de la muerte en sí misma. Y eso es muy poco común porque las películas suelen envolver la muerte de drama y de trascendencia, pero cualquiera que haya visto morir a alguien sabe que eso es falso. En realidad, uno está vivo y de repente deja de estarlo. No hay epifanías. Además estoy seguro de que incluso quienes están a punto de morir no creen que vayan a morir, piensan que en el último momento va a pasar un milagro.

Se percibe como una película más clásica y accesible que sus obras previas, menos excéntrica. ¿Está de acuerdo? ¿Pero cómo podría haberla hecho más extravagante, respetando la unidad de tiempo y espacio y acción, sin echar al traste su verosimilitud? Si alguien es capaz que venga aquí y me lo demuestre, y me quitaré el sombrero. Pero hasta entonces, digo lo que Montoro dijo de Aznar: “Si quiere ayudar entre al quirófano; si no, no moleste: estamos operando”.

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¿Le molesta ser descrito como clásico y accesible? Sí. A mí me gusta hacer cosas locas e ir al límite, pero aquí esa actitud excéntrica simplemente no cabía. Pero quedaos tranquilos, porque si queréis locura, mi próxima película os dejará servidos. Todos los que han empezado a respetarme gracias a esta película volverán a odiarme como hacían antes. 

¿Le preocupa lo que opinen de usted? No. Paso de todo. Soy como Willy Toledo, completamente inmune a lo que la gente diga sobre mí. A muchos directores el miedo a lo que dirán les impide ser creativos. De hecho, a veces los elogios hasta me provocan rechazo. Como decía Fernán-Gómez: “Deje de admirarme, su admiración no me hace falta”. Prefiero polarizar que generar consenso.

'La muerte de Luis XIV' es una película francesa, y en general su cine es mucho más popular en Francia que en España. ¿Qué opina de ello? Que conste que no me siento miembro del cine francés, como no me siento miembro del cine catalán ni del cine español. No me interesa pertenecer a ningún gremio. Y no me preocupa que aquí no se me apoye, afortunadamente no me hace falta, pero es terrible el desdén con el que en España se trata al el cine de autor. Me parece alucinante que las instituciones hagan creer a la gente que se está impulsando el cine, cuando no cumplen con la más mínima responsabilidad educativa. El cine debería ser una asignatura obligatoria en las escuelas.

¿Se siente algo solo? Bueno, lo que yo hago no lo hace nadie más, y eso te complica la vida. Pero, por otra parte, yo no trabajo para hacer carrera ni para crear un cuerpo de trabajo, solo trato de hacer películas concretas. Y sé que el tiempo para bien o para mal cambiará la percepción que se tiene de cada una de ellas. No me importa si yo seré más o menos reconocido en el futuro. Yo no soy lo importante, lo importante son mis películas. Y saber eso me libera de neurosis y de preocupaciones.