Bob Dylan, ganador del Premio Nobel de Literatura 2016

Los académicos le reconocen "haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición musical americana"

bob dylan

bob dylan / periodico

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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“Por haber creado nuevas expresiones poéticas en la gran tradición musical americana”.

No ha hecho falta más que tal escueta argumentación a la Academia Sueca para explicar la decisión de conceder este jueves el Premio Nobel de Literatura de 2016 a Bob Dylan. Y aunque el reconocimiento que algunos llevaban años reclamando no está exento de controversia y críticas, culmina no ya solo la elevación de la música popular hasta cotas inusitadas sino, además, la coronación del bardo de Duluth (Minnesota, Estados Unidos) como mucho más que un músico. Lo ha dicho también la Academia Sueca en la nota biográfica colgada en su web: “Dylan tiene el estatus de un icono”. 

ÚNICO

A los 75 años Dylan vuelve a demostrarse alguien único. Nunca antes alguien con una carrera profesional dedicada principalmente a la música había ganado el premio (aunque Rabindranath Tagore, que en 1913 se convirtió en el primer 'nobel' de literatura no europeo, transformó la música bengalí además de su poesía). Y el hombre del que hace unos años el poeta chileno Nicanor Parra dijo que “una sola de sus líneas merece todos los Nobel de Literatura” devuelve a las letras estadounidenses, aunque sean letras de canciones, a un lugar emblemático donde han estado otras ocho veces y a donde por última vez las llevó Toni Morrison en 1993.

Que la decisión tiene una dosis de polémica ha quedado claro antes incluso de que empezaran las discusiones en las redes sociales, cuando al ser entrevistada en Oslo nada más anunciar la decisión, Sara Danius, la secretaria permanente de la Academia Sueca, ha escuchado como primera pregunta si Dylan “realmente merece” el Nobel. “Por supuesto que lo merece”, ha contestado. Y a continuación se ha encargado de explicar que Dylan es “un gran poeta en la tradición inglesa” y ha destacado que “durante 54 años ha estado reinventándose constantemente, creando una nueva identidad”. No habla meramente de que hace tiempo que Dylan dejara de ser Robert Allen Zimmerman.

Bob Dylan, en cinco canciones (con sus letras)

COMO HOMERO Y SAFO

Danius ha recordado también que una mirada a la historia puede ayudar a quienes no entienden. “Bob Dylan ha escrito una poesía para el oído, que debe ser declamada. Si miras muy, muy atrás, unos 2.500 años, descubres a Homero y Safo y ellos escribieron textos poéticos pensados para ser escuchados. Estaban hechos para ser interpretados, a menudo con instrumentos, y es lo mismo con Dylan”, ha dicho. “Pero aún leemos a Homero y Safo y lo disfrutamos. (Dylan) puede ser leído y debe ser leído”.

También los más ardientes admiradores del creador, para los que el 'dylanismo' alcanzó hace hace tiempo categoría prácticamente de religión, han defendido el reconocimiento. Y su argumento se resume en la reflexión que compartió en facebook unos de esos 'dylanistas'. “El premio de hoy rompe esquemas. El problema es de los esquemas, no de Dylan”, ha escrito Jorge Nagore, un periodista y columnista que fue dueño de una librería. “El problema no es si merece o no un músico el Nobel de Literatura, el problema es que consideremos literatura solo a la letra impresa y encuadernada como libro o novela”.

REVOLUCIÓN Y EVOLUCIÓN

Dylan, mientras, ha seguido siendo Dylan en un día tan señalado. Ni una palabra pública, al menos hasta el cierre de esta crónica. Por la noche tenía un concierto previsto en un hotel de Las Vegas y este fin de semana vuelve a Indio (California) para la segunda entrega en dos semanas en el marco de un festival con otros históricos como los Rolling Stones, Paul McCartney o The Who.

Así, ha quedado en manos de otros recordar el genio y el talento polifacético de alguien que entre sus otras muchas condecoraciones ya tiene el premio Pulitzer, un Oscar, un Globo de Oro y 12 premios Grammy; alguien que una vez, recordando a Pablo Picasso y a las barreras que rompió en el arte, dijo: “Era revolucionario. Yo quería ser así”.

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La de aquel niño que cogió una guitarra a los 10 años y labró sus oídos escuchando country en la radio ha sido una revolución, y una evolución, laboriosa. Le llevó de Minnesota a Nueva York y al mundo y del folk al rock, con escala en aquel famoso festival de Newport donde cambió la guitarra acústica por una Fender Stratocaster. Se labró con influencias e influyendo, abriendo oídos y mente a otros músicos, a otros poetas y escritores, a las noticias y a la realidad de un país donde la contracultura se volvió cultura.

Lo dijo en su día Ellen Willis, crítica del 'New Yorker'. “Expandió el idioma folk en un lenguaje rico y figurativo, injertó sutilezas literarias y filosóficas en la canción protesta, revitalizó la visión folk rechazando una sentimentalidad étnica y proletaria, y después prácticamente destrozó el folk puro como forma contemporánea fusionándola con el pop”.

Lo dijo también Bruce Springsteen el día de 1988 en que Dylan entró en el Rock & Roll Hall of Fame. “Igual que Elvis liberó nuestro cuerpo, Bob liberó nuestra mente y nos mostró que solo porque la música es innatamente física no significa que sea antiintelectual”.

Lo mejor es que la evolución-revolución de Dylan aún no ha acabado. Sigue, ahora, con un Nobel en la cartuchera. Un premio que da razón a algo que dijo el propio trobador en 1965. “Las canciones populares son la única forma de arte que describe el talante de los tiempos. No está en los libros. No está en el escenario. No está en las galerías”.