Renoir desembarca en Barcelona con el 'Bal du Moulin de la Galette'

La obra maestra del pintor francés encabeza la exposición que la Fundación Mapfre dedica al artista y a su relación con las mujeres

Un visitante observa el 'Bal du Moulin de la Galette', en la Fundación Mapfre.

Un visitante observa el 'Bal du Moulin de la Galette', en la Fundación Mapfre. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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El 'Bal du Moulin de la Galette' (1876) luce en Barcelona por segunda vez en su historia. La pieza, obra maestra de Renoir y del impresionismo, solo ha salido cinco veces de París desde que en 1894 el artista y mecenas Gustave Caillebotte la legó al Estado francés. Se ha expuesto en Nueva York, San Petersburgo y Tokio. Pero su debut viajero empezó en Barcelona, en abril de 1917, cuando un grupo de artistas catalanes decidió organizar 'La exposición de arte francés' en el Palau de Belles Arts en solidaridad con los creadores del país vecino que vieron cómo los salones anuales de arte se suspendían por causa de la primera guerra mundial.

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Entonces se mostraron 1.500 piezas firmadas por Cézanne, Degas, Manet, Monet, Pissarro, Puvis de Chavannes... y Renoir. Este último, presente con la reconocida pieza que ya despertaba pasiones: "No puede contemplarse sin sentir escalofríos de un deleite casi angustioso", dejó escrito en 'La Esfera' el crítico José Francés. Ahora, casi un siglo después, el 'Bal du Moulin de la Galette' ocupa la sala principal de la Casa Garriga i Nogués y es el corazón de la exposición 'Renoir entre mujeres' que la Fundación Mapfre dedica al autor francés desde el sábado y hasta el 8 de enero. La muestra reúne 70 obras de las colecciones de los museos de Orsay y la Orangerie, 40 de ellas salidas del pincel de Renoir (1841-1919) y las otras, obra de Maillol, Van Gogh, Picasso, Degas y Bonnard, entre otros. 

CASAS Y RUSIÑOL

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"El Moulin de la Galette era un lugar mágico en el París de finales del siglo XIX, un lugar que pintaron casi todos los artistas del momento, incluso  Casas y Rusiñol", apunta Pablo Jiménez Burillo, comisario de la exposición junto con Paul Perrin. Y es por eso que antes de ver la obra maestra, la muestra rinde un homenaje a los dos modernistas exhibiendo algunos de los lienzos que estos realizaron en el famoso café, entre ellos 'Ball al Moulin de la Galette', el cuadro que Casas pintó en el invierno de 1890. "Una pieza muy interesante para ver lo diferente que es de la de Renoir. La de Casas es una mirada interior que se fija en la miseria social, que quiere mostrar la soledad, la pobreza y el alcoholismo. Mientras que Renoir mira al exterior, a la luz del sol, y muestra una faceta del lugar mucho más alegre", apunta Perrin.    

Con todo, pese al peso de la obra maestra, el hilo argumental de la exposición no es el molino que corona Montmartre, sino el vínculo entre Renoir y las mujeres, el tema que más pintó y que más le gustó. "Desde sus comienzos durante el segundo imperio hasta el pleno desarrollo del impresionismo en la segunda mitad de los años 1870, desde la vuelta a la tradición y a Ingres durante la década de 1880 hasta el esplendor rubensiano de los últimos años, las mujeres fueron el principal tema de inspiración del artista, eternos objetos de seducción y vivas encarnaciones del arte y la belleza", explica Perrin. Las pintó como jóvenes modernas, como madres, como figuras integradas en el paisaje, en la intimidad doméstica y desnudas. Este último tema es uno de los más recurrentes en Renoir, que no en vano es conocido como 'el pintor de la carne'. También como misógino.

CRÍTICAS POR MISOGINIA

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Aunque las críticas por misoginia son del siglo XX, cuando el feminismo le acusó de dar una visión conservadora y reaccionaria de las mujeres mientras defendía a Degas, que con una mirada menos bella del cuerpo femenino era, para el feminismo, quien realmente representaba la realidad de la mujer. Una posición diametralmente opuesta a la del siglo XIX, cuando Renoir era visto como un feminista por ampliar la visión de la mujer y mostrarla con toda su belleza y Degas, como el misógino que no se adaptaba a los cánones y plasmaba los cuerpos en posiciones extrañas.

Aunque no todos los desnudos de Renoir fueron alabados en su época. La última de las grandes obras que pintó y que el artista consideraba su testamento, 'Les baigneuses' (1918-1919), se tildó de reaccionaria, se criticaron sus colores demasiado vivos y su pincelada demasiado suelta, además de la excesiva robustez de las mujeres. No gustó a la crítica ni al público burgués, pero entusiasmó a las vanguardias. "Vieron la fuerza de Renoir al asociar forma y color, la gran cuestión de la historia del arte. Picasso y Matisse quedaron impresionados", sostiene Perrin. Algo que explica que el malagueño pidiera a Ambroise Vollard como pago de la 'Suite Vollard' un 'renoir', además de un 'matisse'.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Madrid prepara otra muestra de Renoir","text":"Las obras de la exposici\u00f3n de la Fundaci\u00f3n Mapfre vienen en su gran mayor\u00eda (excepto alg\u00fan pr\u00e9stamo privado o dos piezas del Cau Ferrat) de los museos de la Orangerie y Orsay, este \u00faltimo una de las instituciones que m\u00e1s trabajos de Renoir custodia, unos 80. Con todo, la instituci\u00f3n que m\u00e1s obras atesora del pintor es la Fundaci\u00f3n Barnes de Filadelfia (EEUU), que suma 180. Cifras que permiten a Jim\u00e9nez Burillo afirmar que \"Hay 'renoirs'\u00a0para todos\". La frase no es balad\u00ed, pues la de Barcelona no es la \u00fanica muestra dedicada al pintor este oto\u00f1o. En octubre, el Museo Thyssen de Madrid inaugurar\u00e1 'Renoir. Intimidad'\u00a0con 70 piezas provenientes de colecciones p\u00fablicas y privadas de todo el mundo con el objetivo de descubrir c\u00f3mo se serv\u00eda el franc\u00e9s del\u00a0\u00a0volumen, la materia y las texturas para plasmar la intimidad."}}