NOVELA

Cómo vivir con la 'familia' Manson

La veinteañera Emma Cline debuta en la novela con 'Las chicas', una exploración de la adolescencia en clave crónica de sucesos

La escritora norteamericana Emma Cline, en su visita a Barcelona.

La escritora norteamericana Emma Cline, en su visita a Barcelona. / periodico

ELENA HEVIA / BARCELONA

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En un 'casting' para el papel principal de una película basada en 'Las chicas', su autora, Emma Cline (Sonoma, 1989), tendría todos los números para encarnar a la protagonista. No tiene 14 años, es cierto, pero sí el aspecto aparentemente frágil y delicado del personaje y el atisbo de que en su interior bullen muchas cosas. Cline, conviene recordarlo, es una californiana cuyo debut novelístico, ‘Las chicas’ (castellano y catalán en Anagrama), se convirtió en pieza de caza mayor para agentes y editores en la Feria de Fráncfort porque a sus 24 años, ahora tiene 26, había escrito una obra por la que, si nos atenemos a las cifras, se pagó un adelanto de más de millón y medio de euros. Lo que literariamente no querría decir mucho si el gran Richard Ford no la hubiera bendecido.

Con estos mimbres, a los que hay que añadir que su tema de fondo es un retrato esquinado de las jóvenes, las chicas del título, que formaban parte de la ‘familia’ Manson, ‘familia’ Manson, el libro se convirtió en una de las sensaciones literarias de la pasada primavera en Estados Unidos. La crítica de 'The New York Times' fue un tanto tibia, pero el resto se deshizo en alabanzas. Ya hay película en curso después de que Scott Rudin, productor de 'Gran Hotel Budapest' y 'La red social', comprara los derechos sin que el libro hubiera entrado en la imprenta. 

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Su adolescente protagonista -caída en barrena de su vida familiar tras el  divorcio de los padres, distancia insalvable con la madre- cae en la órbita de una comuna, que aquí no se llama Manson, aunque se le parezca en muchos detalles: líder queriendo triunfar en el mundo de la música y amistad con un alguien parecido a Dennis Wilson de los Beach Boys (cuya relación con Manson desencadenó la tragedia en la casa de Cielo Drive donde encontró la muerte una embarazada Sharon Tate). "Quería encontrar una historia basada en un crimen, pero que a la vez el crimen fuera la parte menos importante. Me interesa más la violencia cotidiana que tiene que ver con el acoso, la vergüenza y las traiciones. Respecto a los detalles, quería que fueran casi un elemento meteorológico, no excesivamente fieles a la realidad". De ahí que los aspectos más truculentos del crimen real, como la guerra de razas, con la que deliraba Manson, o la parafernalia satánica, queden aquí fuera del relato.

LA FRAGILIDAD DE LA PUBERTAD

Aquel que busque violencia pormenorizada o macabras interioridades quedará decepcionado. Cline quiere explicar otra cosa. Se ha metido en la boca del lobo no para contar qué es lo que hay allí dentro sino para describir la vulnerabilidad de los tiernos corderillos que han ido a parar ahí. "Quería explicar por qué las chicas son tan frágiles en la adolescencia. Por qué son tan distintas a los chicos en ese periodo. A ellas se les ha enseñado a construirse a sí mismas respecto a la mirada masculina. Ellos son los protagonistas de sus vidas, mientras que las chicas parecen más bien personajes secundarios". Sorprende que una veinteañera tenga esas ideas, propias del feminismo de los años 70, en pleno siglo XXI. "Claro que la situación social ha cambiado a mejor para las mujeres, pero las elaboraciones internas de lo que significa ser mujer en esencia sigue siendo las mismas".

Cline explica su interés por esa historia que conmocionó al mundo, acaparó las portadas de los diarios y en cierta forma acabó de satanizar y clausurar el movimiento hippy frente a una burguesía bienpensante. "Mis padres son originarios de California -dice Cline, que es la mayor de cinco hermanas, a las que hay que añadir dos chicos-. Y estos hechos en cuestión ocurrieron cuando ellos eran adolescentes y les impactaron mucho. Creo que la historia pertenece al imaginario del lugar. California es un lugar hermoso y soleado pero siempre estamos esperando el 'big one', el gran terremoto que acabe por destruirnos a todos y esa es una metáfora de nuestros demonios".

"No había tanta diferencia entre las chicas y yo", asegura en un momento de la novela la protagonista, ya mayor, y la frase sintetiza una de las claves de la obra, la posibilidad de una deriva hacia el mal desde una cierta normalidad: “La idea del mal no nos resulta cómoda porque es algo que no tiene nada que ver con la gente de a pie. Yo quería hablar de esa delgada línea que mucha veces separa la normalidad de la delincuencia, de cómo algunos criminales son gente sumamente frágil, sin que eso suponga pontificar sobre el crimen”.