NOVEDAD EDITORIAL

Vidas cruzadas en el Pallars

Ramon Solsona regresa a la novela con 'Allò que va passar a Cardós', un relato coral enmarcado en la construcción de las centrales hidroeléctricas de la zona

Ramon Solsona.

Ramon Solsona. / periodico

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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Haca seis años, Ramon Solsona ganó el premio Sant Jordi de novela con 'L’home de la maleta', un libro en que el protagonista era un abuelo gruñón, pero sobre todo, lo era la lengua, un catalán desnormalizado pero genuino, tan lleno de castellanismos como de fraseología genuina. Ha tardado lo suyo Solsona en entregar su siguiente novela, 'Allò que va passar a Cardós' (Proa), una las novedades de la 'rentrée' que el Grup 62 lanza con más confianza, con traducción simultánea al castellano incluida, en el sello Tusquets. "Quería ir explicando historias, a base de un juego coral de voces", explica Solsona. El detonante es el asesinato de un guardia civil en una noche nevada de 1965, y ello le sirve para sondear desde la ficción una geografía humana desaparecida, la de los valles del Pirineo perforados por más de 20.000 obreros inmigrantes, atraídos para trabajar en la construcción de las centrales hidroeléctricas subterráneas, en cavernas del tamaño de una catedral, alimentadas por las aguas de los lagos de montaña que caen desde 2.200 metros de altura a través de 75 kilómetros de túneles.

Llegar a las librerías tan temprano tiene sus ventajas (llegar el primero, aprovecharse de la plataforma de difusión para las novedades en que se ha convertido la Setmana del Llibre en Català) pero también tiene algunos inconvenientes logísticos. Así que Solsona presentó la novela a la prensa el pasado mes de julio, con el ruego de reservar la información hasta la fecha de la puesta en venta. Y también con poca intención de entrar en detalles argumentales.

Armado con planos de los valles de Cardós y Valferrera y de fotografías de aquella hazaña ingenieril, Solsona se dedicó con entusiasmo durante todo un almuerzo a explicar el trazado de la red de túneles escondidos bajo la montaña y las tareas de perforación que tenían como culmen la cala, el momento en que dos tramos de túnel se encontraban; a hablar de la central eléctrica que pocos han visitado; a detallar la localización de los campamentos dispuestos para los trabajadores y que transformaron el paisaje, sin demasiadas objeciones por parte de quienes veían que llegaba la vida a una tierra de montaña con pocas perspectivas; a explicar el impacto que tuvo en el tejido social del Pallars Sobirà la presencia de miles de personas que llegaban con la intención de irse (a veces nada más llegar y  ver que no les habían llevado a Barcelona; en otras ocasiones, camino de las obras en Ascó o Sant Adrià, "a veces llevándose a una pubilla", explica el novelista)... Eso sí, Solsona se ha permitido modificar los nombres de las localidades (Ribera de Cardós pasa a llamarse Noguera, y Surri, Llurri) y de la empresa constructora, filial de para la obra civil de FECSA (Cohisa en lugar de Copisa).

UNA INCIPIENTE DESINHIBICIÓN

Solsona no ha elegido las aún más titánicas obras hidráulicas de la Vall Fosca sino las más tardías de los años 60, que le permiten tocar un periodo en que, tras la posguerra y el maquis, "el franquismo más áspero" empieza a quedar atrás y el cambio de hábitos sociales lleva a "una sociedad más desinhibida", de la mano de la televisión, la motorización y el turismo. La novela refleja esa incipiente transformación de la sociedad, pese a la resistencia de los dos representantes del orden: el sargento del puesto local de la Guardia Civil, el Grapau, y un sacerdote rural y preconciliar, Mossèn Antonino.

En esta ocasión la lengua ya no es la protagonista: guardias civiles e inmigrantes hablan en castellano y Solsona solo se ha servido del habla local para algún ligero toque de color. Tampoco el catalán coloquial de los personajes se aleja demasiado de la norma. La novela está tejida a partir de fragmentos, "con una gran influencia de la técnica audiovisual", dice su autor: escenas de 1965 "con mucho diálogo a palo seco", testimonios retrospectivos y extractos de una imaginaria revista dedicada a las proezas hidroeléctricas en la zona, 'Pallars'.

Hay por cierto, mucha literatura con el Pallars como escenario: Maria Barbal, Pep Coll, Jaume Cabré… Pero Solsona sostiene que del libro que se siente más cerca es del hiperrealista 'La pell de la frontera', de Francesc Serés.