LUTO POR EL 'DIVO DE JUÁREZ'

Adiós a un coloso de la música hispana

El mexicano Juan Gabriel, cantante y compositor de éxitos imperecederos, fallece de un infarto a los 66 años dos días después de dar su último concierto

Juan Gabriel sostiene el Grammy al mejor artista latino del 2009.

Juan Gabriel sostiene el Grammy al mejor artista latino del 2009. / DC GS

LUIS TROQUEL / BARCELONA

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Era un coloso. A la altura de otros que también nos han dejado en este año fatídico para la música. No es ninguna exageración comparar la aportación de Juan Gabriel a la cultura hispana con la de David Bowie o Prince a la anglosajona. Inmenso intérprete. Inconmensurable autor. Renovador de la música mexicana más tradicional y creador de clásicos imperecederos, venerados en prácticamente toda América. Y fue en Santa Mónica (California) donde un infarto de corazón acabó a los 66 años con su vida este domingo, tras haber ofrecido un intenso concierto de más de dos horas en Los Ángeles la noche anterior.

"Cómo quisiera que tú vivieras / que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca / y estar mirándonos...". El estribillo de 'Amor eterno' será sin duda hoy uno de los más llorados. Dedicada a su madre ausente, porque si las melodías de Juan Gabriel han servido de sintonía de cabecera en no pocos culebrones, su propia vida no desmerece a ninguno de ellos.

UN ORFANATO EN LA FRONTERA

El Divo de Juárez nació en un pueblo de Michoacán el 7 de enero de 1950. En realidad se llamaba Alberto Aguilera Valadez y era el menor de una familia campesina de diez hermanos. Era apenas un recién nacido cuando su padre provocó un incendio al preparar la siembra y fue recluido en un manicomio, donde su pista se perdió. Instalada ya en la fronteriza Ciudad Juárez, su madre tuvo que ponerse a servir y dejarle a él en un orfanato. Tremebundo, al parecer. Sin embargo, allí encontró el afecto paternal de un viejo maestro de hojalatería. Por él se puso Juan, y por el padre al que ni conoció, Gabriel. En una época en que los nombres artísticos compuestos, como Bob Dylan o Manuel Alejandro, estaban especialmente de moda.

Con 21 años obtuvo el éxito inmediato gracias a la canción 'No tengo dinero', que no podía ser más autobiográfica. Se había escapado del orfanato a los 13 años una noche al bajar a sacar la basura y, tras ganarse la vida vendiendo burritos, empezó a cantar a en un cabaret. La fama le llegaría como artista de pop comercial pero pronto ocuparía un lugar único, entre la balada sentimental moderna y el folclore azteca, el entretenimiento y el drama.  

UN INGENIO TORRENCIAL

Cuesta entender desde España lo que significaba Juan Gabriel en el mundo latino. A pesar de su polémica trayectoria vital, como artista era unánimemente admirado. Sus canciones eran patrimonio de la gente. Como solía decir: "Sin público no hay artista, igual que sin fieles no hay Dios". Todo lo que tenía de genio megalómano lo compensaba en vital lucidez. Compuso más de 1.500 canciones y bastaba entrevistarlo para comprobar su torrencial ingenio.

A menudo se lamentaba de que muchos periodistas le interrogaran como si fuera un gobernante que maneja los intereses de la gente, y para la historia queda ya aquel programa televisivo en el que, cuando el presentador le inquiere "¿Juan Gabriel es gay?", él ríe para responder luego seriamente: "Dicen que lo que se ve no se pregunta".

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Ni las afectadas maneras interpretativas que siempre tuvo ni  su confesa homosexualidad posterior mermaron tan absoluto reconocimiento. Por machista que sea la cultura mexicana, el arte de Juan Gabriel nadie lo rechista. Ni siquiera en sus momentos más críticos, entre escándalos y un deterioro artístico y vital del que en los últimos años parecía recuperarse. "Yo no nací para amar / Nadie nació para mí", cantaba de muy joven como una profecía de lo que sería su vida. 

LÁGRIMAS DE MARC ANTHONY

En el año 2000, cuando se encaminaba a una de sus etapas más difíciles, grabó una canción que decía: "Abrázame, que el tiempo pasa y él nunca perdona / Ha hecho estragos en mi gente como en mi persona". Horas después de su muerte, Marc Anthony no pudo contener las lágrimas cuando recreó esa misma canción en un concierto en Nueva York; no en vano, fue otra composición del maestro, 'Hasta que te conocí', la que le cambió la vida al astro puertorriqueño, según explicaba siempre.

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La lista de sus éxitos llenaría páginas y más páginas. Alegres y triviales como 'Noa Noa' 'Pero qué necesidad'. Despechados como 'Inocente pobre amigo'. Dramáticamente resignados como 'La diferencia' o 'Te seguiré amando'. Y ninguno tan universal como 'Se me olvidó otra vez', que tuvo la bendición del mismísimo José Alfredo Jiménez. Los cantaba como quien se deja en ellos la vida y se han versionado hasta la saciedad.

Vendió más de 100 millones de discos, aunque nunca cultivó el mercado español. Incluso simuló fobia a los aviones para que la discográfica le dejara descansar. Generoso creador para otros artistas (faceta en la que fue tan o más prolífico que en su propia trayectoria), resultó crucial para las carreras de Rocío Dúrcal e Isabel Pantoja, cuyo esperado disco de reaparición está compuesto y producido por Juan Gabriel.