Ignasi Steegmann: "Magia de verdad son las conexiones humanas"

Érase una vez un mago que bailaba, un bailarín que hacía juegos de magia al ritmo de la música, en un espectáculo cargado de ilusión, la misma que, con solo 8 años, le hacía salir de su cuarto y, en la sala de espera de los pacientes de su padre, que era pediatra, entretener a niños y niñas con trucos y malabares. Así fue como Ignasi Steegmann (Barcelona, 1984) empezó a sentir ganas de que la magia, el espectáculo, la sorpresa entre sus manos y las escenografías que dibuja su cuerpo abrieran su camino profesional. El próximo fin de semana cierra su agosto mágico en El Rei de la Màgia (Jonqueres, 15).

-¿Recuerda su primer truco de magia? Creo que fue un amigo de mi padre quien me enseñó un truco con una moneda. Ese fue el primero. Lo aprendí y fui practicando. Y, cuando tenía 14 o 15 años, a la escuela Memory, donde aprendía danza y teatro musical, vino un mago y me dejó alucinado. Ese día dije: quiero ser mago y hacer bolos. Empecé a leer libros de cartomagia, numismagia (con monedas), de todas las artes de la magia. Y en la comunión de una vecina actué por primera vez. Tenía 16 años.

-Se ha especializado en público infantil. Es que la magia vivida por un niño es la magia real. Ellos no están pendientes de cómo lo has hecho, viajan en la sorpresa donde les lleves. Es el público más agradecido. Y, al final, te vienen a decir lo bueno y lo malo, son los más transparentes. Sobre todo el fuego y las desapariciones les intrigan mucho.

-Aparte de la que practica usted, ¿cree en otro tipo de magias en la vida? Creo mucho en la magia de las personas. Yo soy muy extrovertido, y al final del día veo la fuerza que tiene, en todo lo que me ha pasado, la cadena de conexiones humanas que vas haciendo. Eso es magia, magia de verdad son las conexiones humanas, que te pasen cosas increíbles gracias a estar abierto y creer en ello. Si crees en la magia de la vida, pasa lo increíble.

-Veo en su biografía que se graduó en Psicología en la Universitat Abat Oliba y se especializó en psicología educativa. ¿Utiliza la magia como arte terapéutico? Sí, lo he hecho. Trabajé en una escuela como psicólogo educativo, haciendo refuerzo de materias y pasando tests, como conexión entre el psicólogo clínico, el colegio y la escuela. Y había un chaval de 11 años con síndrome de Asperger, un tipo de autismo en el que se tiene, sobre todo, una gran dificultad en la interacción social. Le enseñé a hacer trucos de magia, y en Navidad les hizo un espectáculo a su familia. Entendí que la magia, como el teatro, tiene un gran componente terapéutico, y con TDAH también se está trabajando.

-¿En qué lugares ha hecho magia? Uy... desde una charcutería que celebraba los 25 años de su apertura, y me pasé la tarde tras el mostrador haciendo trucos a la clientela, hasta casas particulares y de altísimo nivel, como la del presidente de Kazajistán. Me contrataron para hacerle trucos a su nieto en una mansión de la Costa Brava en la que veraneaban. Nunca había visto a tantos seguratas juntos y tan cerca. Me lo revisaron todo. Pero a la semana siguiente volvieron a pedir que fuera otra vez.

-Supo dejar al nieto bien contento... Sí. Recuerdo que uno de los trucos que hice fue convertir un billete de cinco euros en uno de 100 euros, y al acabar el niño se sacó tres billetes de 500 euros del bolsillo y me dijo: «¿Y estos los sabes convertir?».

-¿Y un día normal en su vida cómo es? Me levanto a las 8, voy al gimnasio a dar clases de danza, una mezcla de funk, hip hop y jazz. Tengo alumnos de toda edad, y me gusta muchísimo; luego dedico una hora a practicar manipulaciones de trucos, y entreno en el gimnasio. Para mi número de escapismo debo estar en forma.

-¿Dónde suele actuar? Ahora, en fiestas mayores. Hago muchas fiestas privadas, y una vez al mes la Party Family, en Luz de Gas, con Lucrecia. El sábado y domingo próximos, 20 y 21, con una bailarina profesional estaremos en El Rei de la Màgia, y tenemos 40 bolos a partir de septiembre (www.magstigman.com). Todo lo que me ha pasado es muy mágico.