CON EL FLAUTISTA moUSLIM MOSLEM
Maria del Mar Bonet, un arte que respira
La cantante mallorquina ofreció un exuberante recital con vistas a Oriente en el Palau, en la apertura del Mas i Mas Festival
Jordi Bianciotto
Periodista
JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA
Aliento de vida y de viaje, este jueves en el Palau, en la apertura del Mas i Mas Festival a cargo de Maria del Mar Bonet. Un recital que transmitió sensualidad y ánimo de aventura con tanta severidad como alegría, y que trazó rutas a Oriente de la mano de un cómplice que para llegar hasta aquí tuvo que saltar algunos muros, y no precisamente metafóricos, el virtuoso flautista sirio, venido expresamente desde su país, Mouslim Moslem.
Los recitales de la cantante mallorquina tienen ese aspecto de mosaico en movimiento, lleno de claves secretas e impredecibles objetos de seducción, que confluyen en un rumbo fijado con firmeza. En el Palau se asentó en los álbumes ‘Alenar’ (1977), con sus sabores de iniciación (“la joventut”, resumió suspirando), y ‘Amic, amat’ (2004), su acercamiento oriental a Ramon Llull. Envolviendo esos repertorios, que no interpretó en su integridad, otras piezas que realzaron el conjunto, empezando por el llamamiento a las raíces de ‘Cançó de segar’ y ‘Aigo’.
RUTA A DAMASCO
De ‘Aquest temps de Calabruix’ a la desatada, flamenca, ‘Alenar’, siempre arropada con refinamiento por sus seis músicos, el piano de Dani Espasa en la base. Transformando la canción encantada en blues en ‘Jo em donaria a qui em volgués’ y en drama pop en ‘Es fa llarg esperar’, de Pau Riba. En el corazón de la noche, la isla de ‘Amic, amat’, fundiéndose con un imaginario árabe trascendente, guiado con ascética sensibilidad por el flautista mayor de Damasco, Mouslim Moslem, que regresó al final para poner su acento en la reencontrada ‘Bir demet yasemen’.
Interpretaciones vocales en una álgida madurez con suaves sombras de tonos graves, un canto frondoso a juego con el rojo del vestido que lució la cantante, el de la portada de ‘Raixa’ (2001). Maria del Mar Bonet en todos los colores de la tierra y del alma, traspasando el tiempo en ‘Què volen aquesta gent’ y cantando sin micrófono, jaleada al improvisar unos pasos de baile en ‘So de pastera’, y dejando en el aire unas estrofas libertinas. “Marit, no estigueu gelós / d’una fruita qui no es gasta / No és res si un altre la tasta / mentre n’hi hagi per vós”.
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