DIARIO DE UNA NIÑA SIN TELEVISÓN (3)

La ventana del tío Tomás

A través del diario de una niña que aún no entiende el mundo adulto, la autora retrocede a sus veranos de infancia, cuando viajaba con sus abuelos a Extremadura, imitando aquellos primeros intentos para saber quién es quién.

Ilustración para la serie' Diario de una niña sin televisión' (3)

Ilustración para la serie' Diario de una niña sin televisión' (3) / periodico

JENN DÍAZ

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La otra noche estuvimos tomando la fresca en la puerta de enfrente, la de mis tíos, y antes ahí vivían los padres del tío Tomás y del tío Domingo, que son los mismos, pero ahora se han muerto y se han quedado ellos, y no lo entiendo muy bien pero me parece que la casa era de los padres y no de la tía Antonia, y que ahora es de todos los hermanos, y que la tía Antonia es la única que los ha cuidado y no le han dejado la casa, y ahora no saben si los van a echar o no.

Otra cosa que tampoco he entendido es que el tío Tomás siempre está solo pero ahora dicen que tiene unos hijos, y que no los ve, y cómo van a ser sus hijos y no los ve. Nunca nadie dice nada de sus hijos, ni nada del tío Tomás, salvo que se va a dormir muy pronto y que hay que estar en silencio cuando te acercas a su ventana, porque como hace calor, la deja abierta y se puede despertar, como las gallinas cuando ya se va el sol. Mi abuela pregunta por los hijos del tío Tomás como si nada, como si todos lo supieran, y la tía Antonia dice que nada, que todavía no hablan con él, y que la culpa es de la madre, porque aunque siempre está solo los hijos los ha tenido con alguien, claro, pero ¿y dónde están?, y no lo sé, dicen que se fue a otro país, y que estuvo trabajando, y que se fue porque lo echaron, y que al volver ya lo repudiaron y se fue a vivir con sus padres, y con su hermano, y con la tía Antonia que es su cuñada.

Mi abuela dice que los hijos nunca han sabido que el tío Tomás les daba dinero, pero cómo no lo van a saber, y al final han visto que yo estaba escuchando y han hablado en voz baja, y me han dicho que no haga ruido para disimular, que el tío Tomás está durmiendo, el pobre, y me ha dado pena, pero la verdad es que no estaba haciendo ningún ruido.

Lo que no sé ahora es si el tío José también tiene hijos, y si los hijos tienen una madre que supongo que sí, y si todos ellos no hablan con el tío José, porque el tío Tomás siempre está solo, como él, y también trabaja en el campo, y se van a dormir pronto y se despiertan cuando amanece, y son casi la misma persona pero viven cada uno en una casa, una frente a la otra, y se parecen mucho en todo lo que hacen, y a lo mejor, no lo sé, el tío José también tiene familia pero no la he visto nunca.

Lo único en lo que se diferencian es que por la tarde el tío José se viste bien, se peina un poco, y se va a la plaza, está un rato con otros señores, y luego se vuelve a la hora de cenar, y el tío Tomás no va nunca a la plaza, se queda en su butaca, porque también tiene una butaca para él, y la tía Antonia le dice, no seas tonto, para que vaya como el tío José a distraerse un poco, pero él dice que ya está distraído, y lo dejan en paz.

Mi abuelo siempre se queda callado y de vez en cuando se ríe de alguna gracia que ha hecho alguien, y es entonces cuando nos damos cuenta de que no está en otro lugar, sino en éste, porque a veces dice mi abuela que parece que está en otra parte, pero cuando se ríe nos damos cuenta de que no. A la hora de comer, bueno, un poco antes, casi todos los días vamos a casa de tía Carmen, y cuando entras a su casa hay un pasillo muy largo y oscuro, y te cuesta un poco acostumbrarte con los ojos y ver algo, porque al fondo se ve la luz que entra del patio, y hay que ir un poco a ciegas, y tocando las paredes, pero mi abuela dice que no toque las paredes, que son blancas, y que las ensucio, pero no es verdad porque tengo las manos limpias.

En su patio siempre hay un perro de los que tienen los dientes mal colocados, los de abajo por fuera, y da vueltas y se pone contento, pero a mí no me hace mucha gracia, más bien me da miedo, y es bastante feo, pero mi primo Julio siempre lo coge y me dice, no seas tonta, y yo intento ir a acariciarlo y justo cuando voy a tocarle la cabeza, se gira y me da con el morro y me asusta, y mi primo Julio se ríe pero no hace gracia.

De la tía Carmen también hay cosas que no se entienden, porque tiene tres hijos pero nunca están los tres a la vez, y yo a veces me olvido de que tiene tres, porque si no están juntos y yo los veo sólo una vez al año, y con toda la familia que somos, no me acuerdo bien, y tampoco sé muy bien quién es hijo de quién, y los nietos, porque todos se parecen bastante y todos se parecen a la tía Carmen, que cada vez más se parece más a mi abuela, y para eso son hermanas.

Una de las nietas de la tía Carmen me lleva a la piscina para que nade un poco, porque tengo que entrenar porque cuando vuelva de las vacaciones tengo que hacer unas competiciones importantes de natación, y la tía Carmen me pregunta cómo me va con la piscina, si me trata bien su nieta, y sí que me trata bien, y va con sus amigos y algunos fuman pero ella no. Yo me meto en el agua y nado, pero hay mucha gente, y sobre todo niños, no se puede casi nadar, y además como es la piscina del pueblo, no llevo gorro, y se me viene el pelo a la cara y no veo nada. En cuanto me despisto, algún bruto se lanza a la piscina como si quisiera vaciarla, así que me canso y vuelvo a la toalla con mi prima, que en realidad es prima segunda o tercera, la nieta de tía Carmen, sobrina nieta de mi abuela, y me vuelvo a la toalla y todos juegan a cartas, pero no sé las reglas y se lo voy a decir a mi padre, que en esta piscina no puedo entrenar bien.