Emmerich: "Me obsesiona que el mundo no sea capaz de estar unido"

Desde que llegó a Hollywood en 1994, el cineasta alemán Roland Emmerich se ha especializado en el cine de desastres, pulverizando ciudades enteras y poniendo en jaque a los terrícolas. En 'Independence Day' (1996), una panda de extraterrestres decide acabar con la Tierra un 4 de Julio; en 'Godzilla', (1998), el monstruoso reptil llega a Nueva York y no deja títere con cabeza; el cambio climático devasta países enteros en 'El día de mañana' (2004); en '2012', el propio planeta decide pasar factura a la humanidad por sus desmadres, y en 'Asalto al poder' , la Casa Blanca es bombardeada y el capitolio vuela por los aires. Todo ellos le ha servido a Emmerich para recaudar uno 1.800 millones de euros en todo el mundo. No es de extrañar, pues, que Hollywood haya querido brindar al cineasta una nueva destrucción y le haya dado luz verde a su 'Independence Day: Contraataque'.

¿Qué lecciones extrajo de la primera ‘Independence Day’ que le hayan servido a la hora de hacer esta? Que el público no solo se entusiasmó con los efectos visuales sino que conectó con los personajes, y eso es lo más importante. Por eso quisimos volver a traerlos, porque son la base de este universo. La diferencia es que han pasado 20 años y ahora hemos querido también invitar a la nueva generación, una generación que ha crecido en un mundo unificado y ahora se enfrenta a una división cada vez mayor.

¿Por qué quiso incorporar ese mensaje? Porque es un reflejo de la sociedad actual. Me obsesiona la idea de que el mundo no sea capaz de mantenerse unido. Es lo que veo cada día en las noticias, nos estamos destruyendo los unos a los otros. En la primera película, la humanidad dejó a un lado sus diferencias y se unió para luchar contra un invasor extraterrestre. Sabíamos que iban a volver y ahora son incluso más fuertes, así que la única política que vale es la de defendernos contra ese enemigo común que viene de fuera. Creo que es un mensaje de peso para incorporar en un ‘blockbuster’ de verano como este.

Además, puede ser más ventajoso mostrar a un extraterrestre como antagonista que a un ruso, un chino o un norcoreano… Sí [ríe], políticamente es más correcto. En Hollywood enseguida nos lanzamos a crear clichés de distintos grupos étnicos, pero al tratarse de alienígenas no ofendemos a nadie, creo que esa es una de las razones por las que la primera película tuvo tanto éxito. Todo el mundo sintió empatía con los personajes porque todos nos hemos sentido invadidos, de un modo u otro.

Se habla ya de una posible tercera entrega. ¿La dirigiría usted? Todavía es pronto para saberlo, pero, si se llevara a cabo, por supuesto que la dirigiría yo [ríe]. ¡Nunca dejaría que lo hiciera otro por mí!

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En esta ocasión ha puesto a una mujer al mando del Gobierno de EEUU, cosa que podría ocurrir el próximo noviembre... Creo que es de sobra conocido que soy un gran fan de Hillary Clinton. Organicé dos eventos en mi casa para recaudar fondos para su campaña. En el 2008 predije que tendríamos un presidente de color y este año espero que sea Hillary porque no me puedo imaginar un país dirigido por Donald Trump, tiene un pelo horrible. Bromas aparte, creo que es hora de que un mujer ocupe la presidencia. Sería un gran avance cultural, y daría a muchas niñas la esperanza de que algún día incluso podrían gobernar un país cuando fueran mayores. Muchas veces pienso que las mujeres son capaces de gobernar el mundo mucho mejor que los hombres.

Su anterior película, 'Stonewall', no tuvo una gran recepción. ¿Le resulta difícil convencer a la gente cuando se sale de su campo habitual, las grandes películas de acción? No estoy seguro, pero parece que ese sea el caso. Me ocurrió lo mismo con Anonymous, pensé que era muy buena película pero el público no lo vio así. Es una pena.  Es verdad que me gusta hacer grandes producciones, pero mi intención ha sido siempre alternarlas con otro tipo de cine, aunque esto suponga crear polémica. Y no pienso desistir, porque no hacer ese tipo de películas supondría perder el contacto con la realidad.