Festival de músicas avanzadas

Un Sónar de extremos

El festival viajó en su primera jornada del hip-hop suburbial de Lady Leshurr al recital del pianista clásico James Rhodes

Lady Leshurr

Lady Leshurr / periodico

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Las grandes figuras, con permiso del conferenciante Brian Eno, estaban aún por llegar, pero los fans del Sónar, que lo son del festival como si de una estrella pop se tratara, se volcaron este jueves por la tarde en la programación de la primera jornada de la muestra digiriendo por igual propuestas de hip-hop, folk electrónico, dub, r’n’b o psicodelia oriental. Ah, y el recital de un pianista clásico, que invitó al debate apasionado sobre cuáles son los límites de un festival que luce el eslogan de "música, creatividad y tecnología".

El SónarVillage, el espacio al aire libre de Fira Montjuïc que constituye algo así como la plaza del pueblo de la muestra, fue todo ojos para el pase de Lady Leshurr, británica de Birmingham con raíces caribeñas, portadora de un 'flow' de choque y formas libres sobre abruptas bases de hip-hop y grime emborronado en 'Boom bam' y su serie de 'Queen speech', dispuesta también al cálido diálogo con el reggae sin perder filo. Pase corto y al grano. Dicharachera y supersónica en sus rimas, voz de suburbio a la que muchos reconocieron por esos vídeos de YouTube que acumulan hasta 29 millones de visionados.

DUB CONTAMINADO

Una cara deslenguada del festival que contrastó con la sensualidad oscura y claustrofóbica del británico Kevin Martin, es decir, King Midas Sound, el hombre de Techno-Animal, aquí con la colaboración del austríaco Fennesz, acompañados ambos por una voz masculina y otra femenina y alternándose sobre bases perezosas de dub con polución electrónica, no lejanas del viejo trip-hop de Massive Attack (primera época). Y lejos también de las canciones agradables y simpáticas, aunque de modesta trascendencia, de Jamie Woon, cantautor de guitarra acústica y voz con extremos de falsete y sentimiento soul. Una ración de folk-pop ligero con fondos electrónicos y desvíos 'funky' de entretiempo, apuntalada en canciones resultonas como 'Celebration' y 'Sharpness'.

Pero el Sónar consigue ese efecto de que todo lo que toca se convierte en material Sónar, es decir, en un producto moderno, innovador o 'cool', como si de repente a los artistas programados les apareciera un halo de luz rodeándoles la cabeza. Ocurrió este jueves con el recital de James Rhodes, pianista londinense cuyo hábitat natural son las salas de concierto clásicas, dado que su repertorio consiste, precisamente, en autores como Bach, Beethoven, Prokovief, Shostakóvich, Stravinsky, Debussy, Ravel… A todos ellos mencionó entre pieza y pieza, clásica por supuesto, en su recital en el auditorio SónarComplex, con 700 personas ocupando el patio de butacas.

ARPEGIOS CURATIVOS

Rhodes tiene una dura, quizá morbosa, historia detrás, desvelada en su libro autobiográfico 'Instrumental' y asociada a los abusos sexuales en su edad infantil, a las adicciones y al cuidado psiquiátrico. Dice que Bach le salvó la vida, y en el Sónar se mostró agradecido a su heterodoxa manera: camiseta negra, zapatillas estridentes, tocando sin partitura y exhibiendo sentido del humor. Sorprendido por su fichaje por el festival ("Lang Lang debía estar ocupado", ironizó), defendió con pasión a los maestros clásicos. "Son medicación musical. No necesitamos drogas", aseguró.

Y en otro extremo estilístico, el grupo turco Insanlar con sus largas canciones encaminadas a situar al oyente en un estado de trance psicodélico. Con efectivos mixtos, electrónica en contacto con un laúd, percusiones y batería, elaboraron una música suavemente hipnótica que mira tanto a la tecnología como al folk, atentos a una consigna de carácter universal: Insanlar significa humanidad.

Del hip-hop del gueto a viaje cósmico, el Sónar saldó su primera jornada haciendo honor a su histórica amplitud de miras, programando también a artistas como el ecuatoriano Nicola Cruz, poniendo al festival a bailar con sus 'samplers' de ritmos andinos y flautas de pan, y la estadounidense Kelela, defendiendo un r’n’b de tacto digital. Protagonistas de distante perfil para una 23ª edición del Sónar que culminaba su primera jornada con el concierto de Fatboy Slim patrocinado por Damm, con invitaciones gratuitas, en el recinto nocturno, Fira Gran Via L’Hospitalet. Ahí se dirigirá el grueso del público este viernes y sábado para ver a figuras como Jean Michel Jarre, Anohni o New Order.