Brian Eno, a favor de la cultura
"La ciencia no nos dice cómo pensar sobre las cosas; el arte lo hace", argumenta el artista
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA
Lo mejor que puede decirse de una conferencia no es que fuera “buena”, o “muy buena”, ni siquiera “excelente”, sino “inspiradora”. Y solo este último adjetivo definiría con justicia la charla inaugural de Brian Eno -el pionero de la música ambient, productor de iconos y estrellas, artista visual y activista, entre algunas otras cosas- en el marco del Sónar+D, cerca del mediodía.
La épica se respiraba en el ambiente. Muy probablemente, algunos de los allí presentes verían reforzadas sus aspiraciones de dedicar su vida, desde el ángulo que sea, al arte y a la cultura, conceptos que parecen anacrónicos o casi inservibles en una época a menudo descrita y movida por los factores económicos.
Eno empezó recordando cómo a principios de año, la revista ‘Prospect’ planteó a sus lectores votar a los pensadores mundiales del momento y un tercio de la lista de finalistas -no muy interesante, según Eno- eran economistas. Para el neoliberalismo, el dinero vale más que la vida, de ahí que en EEUU, como recordó el invitado, la privatización de centros penitenciarios haya conducido a la búsqueda de prisioneros a toda costa.
ARTE PARA PENSAR
Partiendo de este asalto al neoliberalismo, Eno abogó por la necesidad de algo que nos uniera, en lugar de llevarnos al invidualismo liberal. No puede ser la ciencia: “La ciencia no nos dice cómo pensar sobre las cosas; el arte lo hace”. Según el artista, el único modo de cooperar es con montones de arte y cultura. Citó dos libros interesantes: ‘Keeping together in time’, de William Hardy McNeill, sobre el potencial evolutivo del movimiento rítmico coordinado, y ‘Dancing in the streets: A history of collective joy’, de Barbara Ehrenreich, sobre el valor de la celebración colectiva.
La conferencia se llamaba ‘Why we play’, que se puede entender como ‘Por qué jugamos’ o ‘Por qué tocamos’. Ambas cosas son lo mismo: como dijo Eno, “el arte es para los adultos lo que el juego es para los niños”. El juego entendido del modo más elevado: como una forma de expresión que nos hace más libres a nosotros y al resto, nos define, nos explica y nos ayuda a soñar con otro mundo.
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