CRÓNICA DE CONCIERTO

Calamaro, el genio consumado

El músico argentino ofreció un apasionado recital en el Palau, técnicamente tambaleante, con vistas al tango y la latinidad

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JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Vino Andrés Calamaro al Palau, este martes, para brindarnos su "alma de argentino y de cantor", como entonó en la 'Milonga del trovador', y para suministrar una experiencia de cercanía y carisma a sus seguidores, que semanas atrás agotaron todo el papel. Con más sentimiento que técnica, aunque los genios bien pueden saber cómo emocionar a una platea más allá de que a veces no atinen a dar con la nota precisa.

Apareció un poco más arropado que en ese reciente 'Romaphonic sessions', y al piano virtuoso de Germán Wiedemer (eléctrico, ¿por qué no uno acústico?) se sumaron otros dos músicos, Antonio Miguel (contrabajo) y Martín Bruhn (percusión), en una cita llamativamente encuadrada en el festival Guitar BCN. Un formato que permitió a Calamaro deleitarse en ese cancionero que cultiva en paralelo a su carrera rockera y que se orienta hacia la raíz popular latina, del bolero al tango.

En ese Calamaro cantor hubo alma de rock’n’roll y trazos de humor, y un acercamiento esencialmente apasionado a un repertorio cargado de connotaciones afectivas. Como el Dylan que canta a Sinatra, el Calamaro que se enfrenta a Troilo, Gardel y Piazzolla es un estado emocional, no una clase vocal del ESMUC y, aunque sus imperfecciones quedaran más al descubierto que cuando actúa con su banda de rock, ese granulado carácter interpretativo nos dijo mucho de su identificación integral con esas canciones.

BOLEROS PRECIPITADOS

Que alternaron citas propias y ajenas: de 'La libertad', abriendo la noche con soplidos de armónica, y un 'Estadio Azteca' con cadencia tropical a, siguiendo ahí el hilo del disco 'El cantante' (2004), un asalto al bolero 'Algo contigo' abordado con trazos de torpeza propios del amante precipitado, celoso al preguntarse "quién te besa y quién te abriga". Calamaro hablador, celebrando llegar al Palau "después de algunos años de trabajo, sacrificio y sana diversión con la música". Recordando su estreno en Barcelona, con Los Rodríguez, "hace 25 años en el suburbio de Cornellà", dijo. "Un barrio obrero de Barcelona", corrigió sin acertar tampoco del todo. Y asentándose orgullosamente en sus orígenes. "Argentina, una tribu, varias tribus, una república independiente del Estado español. ¡Una gran cosa, la república!".

Esa argentinidad se celebró con 'Garúa' y su evocación del barrio, y una 'Milonga del trovador' (Astor Piazzolla y Horacio Ferrer) que mostró el corazón del concierto. Quizá para evitar el exceso de severidad o de melodrama (ahí destacó su revisión de 'Algunos hombres buenos', de Los Rodríguez, precedida de un recuerdo al desaparecido Muhamad Ali, "el rebelde por excelencia"), los arreglos, con contenidas pulsaciones de jazz, se decantaron hacia el ritmo caribeño en secuencias como el tramo final de 'La copa rota' y la toma de 'Flaca'.

A las alturas finales del recital, el bonaerense ya había besado, literal, el suelo de Palau (para "besar así simbólicamente a Barcelona toda"), listo para rendir honores a Litto Nebbia ('Nueva zamba para mi tierra') y acomodarse en el terreno que más domina, sus propias canciones ('Paloma', 'Los aviones', 'Cuando te conocí' y 'El tercio de los sueños'), siendo, en fin, un Calamaro consumado, sin freno, con todo su genio y su temeridad.