LA GRAN CITA 'INDIE' DE BCN

LCD Soundsystem, fiesta disco-punk a lo grande

La banda de James Murphy desenfundó clásicos modernos con precisión y gozosas fases de exaltación en el Primavera Sound

LCD SOUNDSYSTEM

LCD SOUNDSYSTEM / periodico

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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LCD Soundsystem han ofrecido dos conciertos en este Primavera Sound 2016: uno “secreto”, en la sala Barts, el pasado martes, solo para fans y no para prensa, como si fuera un grupo que no tiene fans entre la prensa; y otro para todo el mundo, incluida la desaprensiva prensa, en el menos exclusivo paisaje del escenario Heineken del Fòrum.

Puestos a dejar de lado el dolor por no haber estado en la Barts, urge encontrar ventajas del segundo concierto: los reflejos de la bola de espejos llegan aún más lejos, hasta el cielo estrellado y más allá todavía; el sentimiento de comunión es, si cabe, más espectacular, y esto suena alto de verdad.

Además, el guion fue el mismo del primer concierto y no nos escatimaron uno solo de sus clásicos disco-punk; es sorprendente cómo pudieron reunir tantos con solo tres álbumes. Arrancaron al trote de ‘Us v them’, uno de esos cortes de LCD que se basan, sobre todo, en repetir un mantra vocal y densificar el groove hasta hacerlo estallar de forma extática. El líder James Murphy está en plena forma, sobre todo en el apartado vocal: de hecho, casi parece que ha estado dando clases de canto, porque rara vez ha sonado así de afinado y cálido y equilibrado.

'I CAN CHANGE' Y 'SOMEONE GREAT'

Se nota, sobre todo, cuando llegan las canciones más cantadas que gritadas, como ‘I can change’, en la que Murphy se convierte en una especie de crooner ‘synth-pop’ al estilo del Philip Oakey de The Human League, o más adelante, ‘Someone great’, ese himno sobre la pérdida, sobre perder a alguien grande, con versos tan simples como efectivos: “Lo peor es este tiempo tan bueno / Me sorprende que no llueva”. 

Durante toda la generosa fiesta, que alcanzó los 14 'hits', la máquina LCD funcionó de forma depurada y precisa, pero tampoco tuvo miedo a la improvisación y la exaltación: el clímax lisérgico de ‘Get innocuous!’ puede ser el mejor ejemplo. Mención especial merece el batería Pat Mahoney, el arma secreta (o quizá no tanto) de este sistema de sonido perfectamente equilibrado.