Xavier Cugat es leyenda

El documental 'Sexe, maraques i chihuahues' explora la increíble vida del músico y dibujante

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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Lo primero que a uno le pasa por la cabeza antes incluso de acabar de ver ‘Sexe, maraques i chihuahues’, quizá, de hecho, a los 10 minutos de metraje, es: ¿por qué no se ha hecho antes este documental? ¿O por qué, entre tantos 'biopics' musicales como se ruedan, ninguno es sobre Xavier Cugat? “Aquí, desde luego, hay una serie”, dice el director Diego Mas Trelles, quien antes rodó documentales sobre faros (‘Pharos, sentinelles de la mer’) y mujeres que lucharon por la independencia de sus países (‘Mujeres en armas’). A la espera del despertar de los ejecutivos de HBO, bien está adentrarse en alguna sala este fin de semana para avistar la película de Mas Trelles, recopilación no lineal de impagable material de archivo y entrevistas con admiradores o conocedores del personaje.

Nacido, según parece, en la primera hora del primer día del siglo XX, Xavier Cugat llegó a América de muy pequeño (cuatro o cinco años) con su familia. La idea era ir a México, pero acabaron en La Habana, donde su padre encontró trabajo y él aprendió a tocar el violín y puso música a cintas mudas en un cine. En 1915 se mudó a Estados Unidos, donde llegó a estudiar con el director artístico del Carnegie Hall y terminó de convertirse en un violinista estelar.

Pero la acción de ‘Sexe, maraques i chihuahues’ arranca realmente con la aparición del Cugat que todos conocemos, no el violinista consagrado sino el músico y director de orquesta (y gran caricaturista) decidido a hacer bailar a Hollywood con ritmos tropicales. Su influencia sobre, por ejemplo, el jazz latino, ha sido enorme, pero la película no se concentra tanto en su legado sonoro como en la exuberancia del personaje: su capacidad para venderse a sí mismo, sus dudosas amistades con la mafia, su habilidad para estar en el momento justo en el lugar adecuado o sus esposas siempre jóvenes y bellas (de la cantante Rita Montaner a Charo).

Cugat fue bastante sincero respecto a sus intenciones. Por ejemplo, en el documental se le escucha decir esto sobre el dinero: “Yo no soy hipócrita. El dinero me gusta. Hay muchos que coleccionan automóviles viejos, y otros coleccionan sellos, y otros coleccionan cuadros… A mí me gusta coleccionar dinero. Hasta el dinero japonés me gusta. Los yens japonés [sic] son muy simpáticos”.

Y sobre las esposas a las que lanzaba al estrellato: “Yo me he casado cinco veces y con chicas que las he presentado en mi espectáculo como la vedette. Ellas se aprovecharon de mí, pero yo me aproveché de ellas”. Los guionistas de la hipotética serie de HBO solo tendrían que tirar de sus entrevistas para elaborar diálogos de los que generan memes.

INFINIDAD DE HISTORIAS

No fue fácil reunir todo lo que aparece en el filme, ni en un sentido sonoro ni visual. “En el caso de las canciones -explica Mas Trelles-, puede costar mucho encontrar los derechos. No se sabe qué ha sido de muchos autores. Por suerte, Cugat grabó infinidad de cosas y había donde escoger”. En el caso de las imágenes, muchas aparecieron por azar: “Recuerdo que pedimos material de los primeros casinos y en unas imágenes sin identificar apareció la inauguración del Flamingo de Las Vegas, con Cugat anunciado. Eso fue un milagro”.

Por el camino, Mas Trelles descubrió infinidad de historias. Muchas de ellas están en la película y no vamos a contarlas; otras ni siquiera han cabido. Son demasiadas. “No sabía que le habían intentado secuestrar en Colombia, por ejemplo. Hay infinitas anécdotas recogidas en papel”. Muchas de ellas deben de haber sido leídas por el escritor Jordi Puntí, quien investigó sobre Cugat en Nueva York para escribir una obra inspirada en él. Mas Trelles dice tener muchas ganas de leerla.

Puntí no aparece en la película, aunque debe de ser el hombre que más sabe sobre Cugat ahora mismo. Sí que aparece gente de la música y el espectáculo como Chucho Valdés Javier Gurruchaga, historiadores del cine como Jesús García de Dueñas Román Gubern, o Isabel Coixet, esencialmente “porque sabía que Cugat había sido una figura muy importante para su padre. Además, ella es otro ejemplo de catalana conocida en Hollywood”.