Los Güell, unos famosos desconocidos

Andreu Farràs repasa en 'Els Güell' la historia de una familia omnipresente durante dos siglos en la cultura, la economía y la política catalanas

Andreu Farràs

Andreu Farràs / periodico

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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Uno de los tópicos sobre la burguesía catalana es aquel de que la primera generación crea la fortuna familiar, la segunda la expande y la tercera se la funde. Así que el patrimonio de una dinastía como la de los Güell, iniciada por el indiano Joan Güell Ferrer (1880-1872) a estas alturas ya debería estar pulverizado. Pero no es el caso. En el otro extremo está otro tópico, postulado por Fèlix Millet: el de las 400 familias que controlan los resortes del poder en Catalunya generación tras generación. Tampoco van por aquí los tiros: Carlos Güell de Sentmenat, fallecido en el 2012, tataranieto de aquel Joan Güell, fue quizá el último de la saga que mantuvo el nivel de influencia y presencia públicaque ha caracterizado a la familia a lo largo de cinco generaciones (Centristes de Catalunya, Círculo Ecuestre, Consorci de la Zona Franca, Cercle d'Economia, un postrer artículo contra el 'procés' a pecho descubierto). El periodista Andreu Farràs, autor de 'Els Güell' 'Els Güell'(Edicions 62), opina que el caso de esta familia es precisamente "una singularidad". "Hay apellidos que han llegado más alto, pero no hay ninguno que haya sido influyente durante tanto tiempo en la historia de Catalunya", considera. ¿La explicación? "No se dedicaron solo a hacer dinero".

En su libro, Farràs repasa la historia de la saga Güell poniendo el foco en los eslabones clave de un frondosísimo árbol genealógico: el Joan Güell fundador; su consuegro, el gran negrero, naviero y financiero Antonio López, marqués de Comillas; Eusebi Güell Bacigalupi, que reunió ambas fortunas al casarse con la hija del marqués, pasó a la historia como mecenas de Gaudí y es el responsable de que cualquier barcelonés conozca el apellido, sea por el parque, sea por la colonia, sea por el palacio; Juan Antonio Güell López, catalanista que alentó el golpe de su amigo Primo de Rivera, prefirió el exilio a Franco y cuyo hijo, Juan Claudio Güell Churruca, combatió en cambio con los franquistas e inició la actual rama madrileña de la familia; Eusebio Güell López, el dandy que fue el quinto europeo en entrar en la tumba de Tuthankamon y de quien desciende la rama barcelonesa de los Güell de Sentmenat; y Carlos Güell de Sentmenat, gran figura pública de esta rama.

Cada una de las generaciones de los Güell reúne anécdotas sabrosas y ha estado presente en momentos claves de la cultura catalana, de la industrialización del país (Asland, La Maquinista) y de la política ("las Bases de Manresa, el Memorial de Greuges, el Estatut de Sau, los Pactos de la Moncloa...", enumera Farràs. Pero el núcleo del libro, y de donde parten las principales aportaciones, es un texto autobiográfico de Juan Antonio Güell López, de algo más de 100 páginas que había permanecido hasta ahora inédito y que la familia ha puesto a disposición del autor.

Aquel Güell regala sus terrenos para el palacio real... pero se beneficia de la revalorización sobre el resto de sus propiedades en la zona. Paga una inmensa deuda de juego al general Primo de Rivera, y borra así una mancha de honor que le frenaba en sus intenciones de dar el golpe de 1923, pero se siente traicionado por la puñalada por la espalda que da el dictador al regionalismo de la Lliga que lo había jaleado; se exilia huyendo de la FAI pero se niega a volver por su rechazo total al general Franco, mientras su hijo vela por el futuro de la casa luchando en el bando franquista y su cuñado José Bertran Musitu organiza un servicio de espionaje al servicio de los rebeldes...  Un relato, apunta Farràs, en el que se evidencia, como quizás en ningún otro episodio de la historia de la familia, las "contradicciones y divisiones" entre las que se ha desenvuelto la burguesía catalana. 

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