ESTRENO TEATRAL

Sílvia Bel reina en el Lliure de Gràcia

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JOSÉ CARLOS SORRIBES / BARCELONA

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La reina escocesa María Estuardo y su prima, la reina Isabel de Inglaterra, protagonizaron un  pulso dinástico en el siglo XVI que Friedrich von Schiller recreó, doscientos años después, en un drama histórico y político convertido en pieza capital del teatro romántico alemán. Josep Montanyès, con versión de Guillem-Jordi Graells, lo dirigió en el Grec  y en el Lliure en 1990, y ahora regresa al escenario de Gràcia en una versión con Sergi Belbel en la dirección y la pareja Sílvia Bel-Míriam Alamany en los roles que asumieron Anna Lizaran y Maife Gil.

 El caudaloso texto de Schiller, recortado a dos de sus casi cinco horas, por sí solo apuntala un montaje de ritmo no siempre constante y escenas desiguales. Belbel, sin disimulo, centra el foco en sus dos reinas, a partir de una dirección sobria y con el viento a favor por una fenomenal escenografía de Max Glaenzel. Es uno de los aciertos de esta 'Maria Estuard' por sus golpes de efecto: la enorme jaula rectangular para empezar, la gran lámpara que oscila como un botafumeiro en otra escena o la lluvia de hojas secas que nos lleva al bosque donde se citan las reinas.

Belbel no oculta su fascinación por el personaje de María Estuardo, y Bel le corresponde con un trabajo de premio. Reina como la mujer pasional, culta, hermosa y  encarcelada por Isabel, la otra cara de la moneda que sirve de forma más irregular Míriam Alamany. Ambas protagonizan el formidable mano a mano en el tercer y gran acto de la obra.

POR TODOS LOS ESTADOS EMOCIONALES

Con un personaje poliédrico, Bel transita de forma majestuosa por todos los estados emocionales de María Estuardo, que se resiste a una decapitación que sabe inevitable. Modula siempre el tono, en voz y gesto, y proyecta su discurso con rotunda nitidez. Y eso que el día del estreno tuvo que superar un visible constipado.

Bel y Alamany son las reinas de la función, apuesta ya realzada desde el vistoso vestuario de época, que busca el contraste con el actual y sobrio de los otros personajes. Ellas han de atraer todas las miradas y ha de quedar claro desde su atuendo. Pero el pulso de reinas no es el único en un texto de gran calado intelectual, donde se reflexiona de forma profusa sobre religión –Estuardo es católica y papista y su rival, protestante-, arte, política 'versus' justicia o el amor.

El combate dialéctico también enfrenta a la reina escocesa con el consejero y tesorero de Isabel, un magnético Carles Martínez que impregna a su personaje de la intriga y negrura precisas. Es otro puntal de un reparto en el que también destaca la solvencia de Àlex Casanovas, un actor siempre infalible y que ya estuvo en la versión de 1990, y la veteranía de Jordi Banacolocha y Fina Rius al lado del joven Marc Rius.